La Advertencia del León
Kairon se giró furioso tirando su chaqueta sobre la cama mirando a Marcus con los ojos brillando con intensidad
- ¿Qué demonios estás diciendo? - gritó - ¡¿Qué la Emperatriz fue trasladada al Palacio de los Lirios esta mañana?! En ningún momento di esa orden. ¡Mi compañera duerme conmigo, no en otro palacio!
- Yo pensé... - comenzó a decir el hombre - La etiqueta dice...
- ¡A la mierda la maldita etiqueta! - gritó Kairon cada vez más molesto - ¡¿Quién da la última palabra soy yo?! ¡¿Quién demonios te crees al decidir si mi esposa duerme conmigo o no?!
- Majestad... el protocolo.
- Ese maldito protocolo existe desde hace siglos y no sirve... ¿No es ilógico de alejar a las compañeras del león para dormir? Cuando estamos más vulnerables y lejos de ellas... ¡Es cómo llamar a nuestros enemigos para decir que la compañera está sola!
- Siempre se ha hecho así...
- ¡Mentira! - esta vez fue Ducalyon quien gritó sobresaltando a Marcus quien no notó que estaba hablando con el espíritu - El primer emperador jamás durmió lejos de su compañera a menos que estuviera en el campo de batalla. Esta absurda regla comenzó después.
- Las cosas de la Emperatriz ya están en sus cámaras al igual que las cosas de la doncella y Sir Arak como su escolta exclusivo.
- No dejaré pasar otra cosa cómo esta... - gruñó Kairon- Si vuelves a tomar decisiones sobre mi compañera sin que yo lo sepa, te despediré y me encargaré de explicarle a mi padre tu ofensa. Te estoy dando la oportunidad porque lo serviste bien...
- Sus órdenes, majestad.
- Lárgate de aquí - le dijo enojado saliendo de la habitación - Ya no serás mi ayuda de cámara. Envía a otro que me haya servido como príncipe. Que lo conozca.
- Si, majestad.
Cuando Kairon pasó junto a Don quien estaba tan sorprendida como él al enterarse de la mudanza cuando llegaron para ver a Yaina, hizo un gesto a la habitación.
- Pon un hechizo de protección. Nadie puede entrar al dormitorio excepto yo, mi esposa, Lucy, Arak o tú. El resto de los ayuda de cámaras podrán pasar a los vestidores y baño. Ah, al estudio y salón privado. Los demás recibirán una descarga si tratan de traspasar el límite. No toleraré otro desplante de nadie.
- Hecho, maestro - le dijo divertida activando la magia para cumplir la orden. Había comenzado a apreciar ese lado impulsivo de Kairon al servir a su lado este tiempo. Le recordaba al duque Corelia y al maestro Cal, como llamaban al León ella y Lucy.
Kairon salió de la habitación enojado y recorrió el largo corredor iluminado con piedras mágicas con cara de pocos amigos por lo que sirvientes y guardias se movieron para dejarlo pasar. Caminó hacia el pasillo interior que conducía a la Galería de Cristal que unía el palacio del León y el Palacio de los Lirios y abrió las puertas sorprendiendo a los guardias de turno.
A medida que miraba el jardín interior por las ventanas de la galería, su enojo fue bajando y suspiró tratando de calmarse.
- ¿Qué pasó allá atrás? - le preguntó el león - De los dos, tú eres el más calmado
- No lo sé, fue extraño. Me desesperé cuando no la encontré y porque creí que ella me había desobedecido.
- Yaina está haciendo un gran esfuerzo para adaptarse. Tampoco debe haber sido fácil para ella mudarse así de la nada. Todo es nuevo para ella.
- Así es, por eso me molesta lo que hizo Marcus. No recuerdo que hiciera las cosas de manera tan arbitraria.
- Yo tampoco tengo recuerdos de algo como eso ¿Crees que estará muy viejo para trabajar?
- Marcus es como un roble. Hasta hace un año, su comportamiento era excelente. Algo pasa, pero aún no sé que es.
- ¿Tal vez extraña a Darion?
- Si es así que no se meta con nuestra compañera - siseó molesto atravesando las grandes puertas que daban hacia el palacio de la Emperatriz y recorrió el amplio corredor hasta el gran vestíbulo y se detuvo sorprendido.
- ¡Wow!- exclamó el león en la mente de Kairon - ¡Darion se lució! ¡Son los colores del ducado Corelia!
- Vaya... - dijo Kairon mirando a todos lados - Es hermoso...
- ¡Vamos! - exclamó Ducalyon materializándose en su forma de león - Puedo oler a nuestra compañera tras las puertas.
Ambos subieron las escalinatas y entraron a la cámara de la Emperatriz que continuaba en un corredor rodeado de puertas hasta que llegaron al final donde dos grandes puertas talladas eran custodiadas por Arak y otro guardia - Majestad... - saludó.
- Hablaré contigo mañana - le dijo molesto - ¿Por qué no se me avisó?
- Creímos que usted sabía, majestad...La orden...
-Mañana... Ahora voy a ver a mi compañera - le dijo entrando a la habitación - Yaina - llamó - ¡Yaina!
Cómo no hubo respuesta, caminó hacia el baño y abrió la puerta de golpe haciendo gritar a Yaina quien estaba envuelta en una toalla - ¡Me asustaste! - exclamó.
- ¡¿Por qué no me contestas cuando te llamo?! - la regañó.
- No te escuché... - dijo caminando hacia una banca donde estaba su camisón para cambiarse, pero Kairon la tomó por los muslos y la cargó sobre el hombro -¿Qué haces?
- No vuelvas a desaparecer de nuevo. - le dijo dándole una nalgada como si fuese una niña - Casi me matas del susto.
- Pero sólo hice lo que me dijeron...
- No debes obedecer a nadie sin preguntarme primero - le dijo soltándola sobre la cama y sacándose la camisa para luego desnudarse con rapidez.
- No puedo ir a tu despacho para preguntarte por cada cosa... - le dijo aferrando la toalla que la cubría sin éxito. Kairon se la quitó de un tirón
- No es cualquier cosa, es donde dormirá nuestra compañera. - le regañó Ducalyon esta vez - Eso lo decidimos nosotros.
- Creo que eso deben hablarlo con el mayordomo. No conmigo... ¡Ahhhh! Me duele.. - les dijo aferrándose a sus brazos cuando la penetraron - Si están enojados no se desquiten conmigo - exclamó - Más suave...Quítate...Me duele.
Yaina trató de alejar a Kairon quien la embestía molesto y la estaba lastimando.
- ¡Basta! ¡Me duele! - le gritó sin que Kairon la escuchara.
- ¿Majestad? ¿Todo está bien? - la voz tensa de Arak hizo que Kairon parara, pero no saliera de ella.
- ¡Vayan a descansar! - gritó Kairon molesto - Dormiré aquí esta noche.
- Majestad...
- ¡Lárgate, Arak! ¡Es una orden!
- Sus órdenes, majestad. - dijo serio al tiempo que Kairon comenzaba a embestir a Yaina de nuevo quien se cubrió la boca con la mano para contener el llanto hasta que su compañero terminó.
- A la cama. - le dijo abriendo las cobijas para que se acostara y la joven obedeció dándole la espalda. Lo escuchó rodear la cama y acostarse a su lado abrazándola por la espalda y después de un rato su respiración rítmica. Se había dormido.
Cuando ya no pudo contener las lágrimas, Yaina lloró en silencio sin notar que Kairon abría los ojos para observarla sin hablar a su espalda y estos brillaban con intensidad.
Era Ducalyon.
El león la acercó a su cuerpo y Yaina dio un respingo que le hizo sentir culpable.
- Soy yo... - le dijo para tranquilizarla. Yaina se giró para esconder su rostro en su pecho y el la abrazó con fuerza dejándola llorar - Lo siento, no pude detenerlo. No me dejó tomar el control de su cuerpo.
- Me dolió...
- Lo sé, compañera... Lo sé...Estoy aquí...
- No me dejes, Cal. - le pidió.
- No lo haré...Lo prometo - le dijo acariciando su espalda hasta que Yaina se durmió entre sus brazos.
Tendría que hablar con Kairon.
El cachorro no era así.
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