- Los seres celestiales están divididos en jerarquías: Los míticos como animales y hadas, los espíritus de la naturaleza y de atributos, los espíritus elementales como yo, los dioses cómo Bóreas y los Eternos. Los últimos tres somos prácticamente inmortales. Solo otro de nosotros puede matarnos. Cuando Bóreas concedió mi deseo a costa de su propio exilio y tribulación, los Eternos le dijeron que sería probado para ser digno del “regalo” por su sacrificio. No lo había pensado antes. El que Esthla haya regresado ha cumplido mi deseo por lo que la prueba para Bóreas está en curso también. El que su hijo regresara de nuevo y tú hayas nacido no es al azar.
- ¿Debemos avisarle?
- No lo creo. La prueba no debe ser interferida...y aún no sabemos cuál es...Sólo podemos observar...Esas pruebas son una mierda, te hacen pasar por un infierno antes de darte el regalo. Pasé siglos caminando entre los humanos como el espíritu del león de Yamain viendo la felicidad del vínculo de mis descendientes sin poder encontrar a mi compañera...El sentir algo que no podía tener era muy doloroso...
- Lo siento... - dijo Kairon.
- No lo sientas... - le dijo con rapidez - El tiempo humano es diferente al nuestro...Y todo quedó atrás cuando volví a ver a mi compañera cuando tocaste a Yaina y pude sentir su alma.
- ¿Por qué no puedo recordar nada después de tocarla es vez?
- Porque me manifesté en ese momento y aún eras muy pequeño. Usé casi toda tu energía para verla y tocarla cuando el sello apareció...Usé tu cuerpo para confirmar que era ella.
- Por ende, yo no estaba consciente....
- No, te desmayaste casi al instante cuando me manifesté en tu cuerpo de ocho años.
- Me alegro de que podamos cambiar con rapidez ahora. Casi no siento que estoy borrado por mucho tiempo como antes. Al principio debía quedarme quieto para saber que habías hecho...
- Pfftt - se rio el león - Lo más probable es que estuviera tocando a Yaina.
- Así es...- le dijo - Y en cualquier lugar. No te importa si estamos en público.
- Es una de las ventajas de ser un espíritu elemental. Nadie cuestionará lo que haga - se burló confiado.
- Recordaré eso para usarlo a nuestro favor...
- Sabes que te apoyaré... - dijo divertido y ambos rieron.
- Terminemos rápido para ir con nuestra compañera - dijo Kairon con una sonrisa - O Torne me regañará.
- No olvides quién eres, Kairon - le dijo serio de repente - Tú eres el Emperador, no él. La decisión final siempre estará en ti. No seas tan dócil ante los burócratas o ellos te gobernarán a ti y a tu pueblo. No puedes permitirlo.
- Tienes razón...
- No lo olvides... Como el León no seré dócil ante ellos o ante nadie que ponga en peligro a mi familia o al Imperio. Incluso me rebelaré ante ti si creo que los estás poniendo en riesgo.
- Cuento con eso, Ducalyon. Y no lo impediré...
- Iré con Yaina, me adelantaré mientras terminas - le dijo caminando hacia la salida – LA pequeña maga está afuera.
- Ve. No tardaré... - contestó Kairon revisando los últimos documentos de la mañana.
El león mantuvo la forma con las estelas y atravesó la puerta sobresaltando a Don quien esperaba a Kairon afuera.
- Me asustó, maestro Cal - le dijo inclinándose ante él cuando el gran león se le acercó - ¿Va con la maestra? - El felino asintió - Está en el comedor del primer piso. Lucy vino a avisarle al príncipe hace unos minutos.
Ducalyon caminó a paso lento entre los guardias y sirvientes que se inclinaban ante él. Al pasar de los días, ya se habían acostumbrado a ver al imponente león caminar cada mañana junto a Kairon o acompañando a Don o Arak. En raras ocasiones había caminado solo por lo que se tomó el tiempo para bajar las escaleras cercanas al despacho las que llegaban al vestíbulo del primer piso donde la gente se movía para darle paso y lo saludaban con respeto. Avanzó por el gran corredor hacia los salones interiores y el comedor privado en el palacio del Emperador cuando un grito de hombre llamó su atención.
El león se acercó con cuidado a la puerta entreabierta de uno de los salones y vio a la joven que le había dado la joya a Kairon quien estaba de pie frente a un hombre al que no pudo ver bien.
- ¡Niña estúpida! - le gritó - Te dije que te acercarás y te aseguraras de que lo tomara.
- ¡Lo siento, padre! - se excusó la joven cubriendo la mejilla enrojecida por la bofetada que el hombre le dio - Su alteza estaba muy ocupado, pero pareció gustarle... Por un momento creí que no iba a recibirme.
- Debíamos entregarla. Mañana es la coronación. No esperaba que se negara a recibir a los nobles antes de la ceremonia.
- Ya hice lo que pediste, padre ¿Puedo regresar a casa ahora? - le preguntó angustiada conteniendo las lágrimas.
- Vete...- le dijo de forma despectiva - No te necesito...
La joven se inclinó y salió del lugar corriendo a toda prisa sin ver a Ducalyon a pocos metros quien la observaba fijamente. Definitivamente debería vigilar al marqués Moore. Maltratar a su hija de esa manera no le gustó al león...
Frustrado, el espíritu continuó su camino para encontrar a su compañera quien los esperaba en el comedor...
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