POV. DAMIAN.
—Dilo —susurre sobre su pezón antes de meterlo en mi boca y mire hacia arriba, sus mejillas sonrojadas eran perfectas.
—Da-Damián —dijo mi nombre y eso fue suficiente para que Kian volviera a tomar el control por un momento.
La tomé por los muslos y me puse en medio de ella, levanto sus piernas, dejando las caderas en el aire y luego deslice mis manos hasta su trasero, apreté y coloque mi punta en su entrada, húmeda, podía sentirla perfectamente y saborearla. Me hundí en ella y Kian y yo gruñimos al tiempo, era el lugar más caliente y perfecto que había sentido jamás, era suave, apretado, perfecto y sin mencionar ese olor que expide su cuerpo con cada estocada. Puse mis manos sobre sus pechos y masajeé suavemente antes de comenzar a dar suaves estocadas y sus gemidos inundaron de nuevo la habitación.
—Char-Charlie —gemí sobre sus labios y ella respondió empujando sus caderas aún más.
Continúe empujándome sobre ella y acariciando su piel, cada vez que la tocaba sentía que mi cuerpo era más fuerte, que chispas recorrían cada rincón de mi ser y que Kian estaba mas y mas emocionado. Me detuve antes de correrme en su interior y salí de ella, la gire y levante su trasero de nuevo, esta vez me hundí desde atrás y ella arqueo su espalda perfectamente, empinando su trasero y pegando su pecho al colchón.
La sensación era perfecta.
Palmee varias veces su trasero y aferre mis manos a sus caderas, nos empujaba salvaje y rítmicamente sin detenerme a pensar en nada más que no fuera nuestro placer, Charlie, como dijo que se llama se enderezo y tome sus pechos para pegarla a mí, su espalda que tenía delicadas perlas de sudor estaba sobre mi piel y la sensación solo me hacia sentir mas y mas poderoso. Llevó su mano hasta su clítoris y lo apretó y empujó haciendo círculos, luego subió sus dedos empapados de nosotros hasta mis labios y me hizo chupar.
¡Carajo! Era demasiado sensual en ese pequeño cuerpo tan perfecto.
Sus pechos caben en mis manos sin ser demasiado grandes, sus pezones erectos y rosados eran suaves, casi como el terciopelo, su piel era como la seda y su humedad, su sabor íntimo era el más delicioso elixir que yo jamás había bebido.
—Alfa, voy a... De nuevo yo voy a...
—Aun no, mi querida Luna —susurre sobre su hombro y sentí como su respiración se hizo más irracional.
Le gusta que la llame Luna y no podía culparla, mi cabeza daba vueltas cuando ella me decía Alfa o me llamaba por mi nombre.
Me puse de pie y la traje hacia mí, me senté en una silla que estaba cerca de la cama y la subí a horcajadas frente a mi, ella misma se penetró y empezó a cabalgarme, sus pechos rebotaban en un ritmo precioso, metí uno en mi boca y su gemido me volvió loco, lleve mis dedos a su clítoris y jugué allí hasta que sentí como se apretaba a mi alrededor, entonces empujé mi m¡embro con más fuerza y oprimí aún más su clítoris haciéndola gemir y saltar sobre mi hasta que se corrió gimiendo mi nombre.
Con ella aun sobre mi y estando dentro de su calor, me levanté y pegue su espalda a la fría pared, arqueo su espalda y chillo suavemente, me empuje en ella mucho más fuerte y metí mi rostro entre su cuello.
Las cosas empezaron a salirse de control cuando mis colmillos empezaron a mostrarse y Kian casi toma el control por completo, era como si el lugar de su marca me llamara y me pidiera que lo hiciera y mi cuerpo no podía decir que no.
—Hazlo, márcame —gimoteo y me dejó un rastro de delicados besos sobre mi cuello hasta llegar a mi rostro.
Gruñí y sacudí mi cabeza porque no podía perder el control, no podía marcarla.
—Charlie, yo no... —mis estocadas fueron más fuertes hasta que me corrí en ella, una vez más.
Nuestras respiraciones eran demasiado irregulares y mi frente estaba pegada a la suya, Kian estaba descansando y por alguna razón parecía que en mi cabeza estaba la respiración de su loba, que también empezaba a tranquilizarse.
Los besos de Charlie recorrieron todo mi rostro de la forma más delicada y suave, era como la caricia de una esponjosa nube, aun dentro de ella, nos lleve hasta la cama y deje que nuestros cuerpos enlazados descansaran sobre el colchón.
—Gracias —susurro y me sentí confundido.
—¿Por qué?
—Por no rechazarme —dijo batiendo sus hermosas pestañas y con el peso de sus párpados forzándola a cerrar sus ojos.
Mi pecho se sintió demasiado pesado, el aire pareció abandonar mis pulmones y sus ligeros brazos se enredaron en mi cuello, el calor reconfortante que transmitía su cuerpo me abrazó y me dio la calma que no sabía que necesitaba, hasta que me quedé dormido.
POV. CHARLIE.
Sus labios, suaves, gruesos, dulces.
Eso fue todo lo que pude pensar cuando el Alfa se alejó de mí y dio un paso hacia atrás luego de besarme con pasión y desenfreno, el dolor de mi cuerpo empezó a irse paulatinamente, pero pareció volver cuando se alejó.
Creí que me iba a rechazar, pues sus ojos parecían estar llenos de rabia y algo de frustración, sin embargo se volvieron a poner negros y se abalanzo de nuevo sobre mi. Sus manos acariciaron mis brazos, bajo por mi cintura y apretó allí mientras gemía sobre mis labios, empujó uno de los tirantes de mi vestido que se resbaló y luego el otro, el vestido rodó hasta la cima de mis pechos y sus ojos se fijaron directamente sobre mis pezones erectos, con las puntas de sus dedos tiró de ellos con suavidad y sentí que mi cabeza iba a explotar. Creí que todo iba lentamente pero Damián rasgó el vestido que quedó arruinado por completo y dio dos pasos atrás, sus ojos recorrieron mi cuerpo y gruñó con fuerza, por instinto me cubrí con los brazos lo mejor que pude.
—¿Qué haces? Me muero por verte, eres perfecta.
Me sonroje a pesar de estar en medio de mi celo, mi excitación y mis pensamientos poco racionales, deje resbalar una lágrima, porque era la primera vez que alguien me decía algo tan lindo y significativo.
Sí, tal vez lo dijo porque es mi compañero y el lazo entre compañeros destinados es algo que simplemente no se puede explicar, pero se sintió muy bien. Pero mis temores eran tan latentes como que el Alfa frente a mi era mi compañero destinado.
Yo no era pura, no era casta, mi virginidad, esa que con tanto anhelo había guardado para él, fue robada por un alfa que abus0 de mi y me vi0lo tan bruscamente que dure dos días sin poder salir de mi cama.
—Yo no... No soy vir...
—No necesito que lo seas —dijo con fuerza mientras pasaba sus manos por mis caderas y el calor me hacía perder el control—. Ahora serás solo mía.
Sus palabras hicieron que mi interior ardiera en llamas y yo simplemente me lancé a sus brazos, tiró de mi pequeña tanga y la arranco, me beso y me empujo contra la pared, se hincó de rodillas y levantó mi pierna derecha sobre uno de sus hombros, metió su cabeza entre mis piernas, intente empujar su cabeza hacia atrás por la vergüenza, pero él gruño y empujo mis manos, pellizco mi trasero y podía sentir su nariz allí, respirando y sintiendo.
—Hueles delicioso, eres deliciosa.
La punta de su lengua recorrió el interior de mis labios muy húmedos y sus labios atraparon los míos, era como si me estuviera besando, pero allí abajo y nunca me había sentido tan bien, tan caliente, tan excitada, tan completa. Mi mano que lo había empujado primero, ahora estaba enredada en su pelo y dictándole el ritmo de los movimientos. El alfa no se detuvo hasta que me corrí en su cara, era mi primer orgasmo, se puso de pie para ayudarme a sostenerme, me levanto con delicadeza y me llevó hasta la cama, se quitó los pantalones y desabrocho su camisa dejándome ver ese perfecto y tatuado cuerpo, mis manos ardían por tocarlo, su m¡embro era tan grande que me asuste, pero cuando se acomodo en mi entrada el calor hizo que la impresión se me fuera de la mente, se hundió en un solo movimiento y mis brazos abrazaron su espalda, deje un pequeño rasguño y gemí en su cuello, lamí un poco y mis dientes rozaron la piel haciendo que ambos gimiéramos.
Quería marcarlo, pero tenía que controlarme, sabía que eso era algo de mutuo acuerdo y no era un buen momento, porque el celo nos estaba volviendo locos y poco racionales.
—Más —pedí tanto y tan seguido que mis piernas parecían gelatina.
Mi cuerpo dejó de ser mío, por momentos la que mandaba el ritmo era Kiara, mi loba, en otros momentos era yo y en esos momentos besaba dulce y suavemente a mi Alfa, a mi compañero. Mi pecho estaba lleno de emoción, de felicidad, de un calor parecido al amor que solo estaba en mi imaginación. Ese de los cuentos de hadas, ese amor que creí que nunca me iba a pasar.
Parpadee suavemente, sintiendo ese brazo pesado sobre mi abdomen y una mano sobre uno de mis pechos, era como si se estuviera aferrando a que yo no me fuera, sonreí recordando todo.
TODO.
Y mi mente empezó a hacer cuentas.
¿Cuánto tiempo llevábamos entre estas 4 paredes?
Entonces empecé a recordar.
Recordé dos duchas.
4 comidas, algunas me las dio directamente en la boca el Alfa y bebí agua de sus labios por el cansancio.
Fue como un sueño, fue como ser tratada como una verdadera princesa.
Y tampoco podía olvidar sus palabras.
"Mi Luna"
Mi piel se erizó con ese pensamiento.
—Duerme, puedo escuchar tus pensamientos en mi cabeza —reí, porque de alguna manera podría jurar que mientras teníamos tanto sexo, pude escuchar a su lobo gruñir y gemir y hablar con Kiara en mi cabeza.
—¿Cuántos días han pasado?
—Dos —suspiró y tiró de mi cuerpo hacia el. Me abrazó con más fuerza y enterró su rostro en mi cuello—. En un rato traen el desayuno, creo que mi celo ya paso, pero tu...
—También, ya me siento más fresca y más... Normal.
—De acuerdo.
Nos quedamos en silencio, pero sabía que ambos queríamos decir algo, sin embargo las palabras no salían de la boca de ninguno de los dos. Golpearon la puerta y esa fue la señal para separarnos.
Damián se puso de pie, envolvió una de las sabanas alrededor de su cintura y dio unos pasos lejos de la cama, luego volvió y tiró la otra sabana sobre mi cuerpo desnudo y con la cabeza me ordeno que me cubriera, abrió la puerta y dos omegas entraron con carritos llenos de comida y el olor del café emergiendo y llenando la habitación. Me miraron de reojo y rieron.
—Alfa, ¿desea algo más?
—Si, preparen una habitación para mi compañera, esta noche dormirá allí —su tono fue uno completamente diferente, duro, frío, fuerte, demandante.
—Así será, señor.
Se marcharon y mis ojos estaban un poco cristalizados por la conmoción, definitivamente me había hecho muchas expectativas en mi cabeza y todas sin fundamentos. Sí, el Alfa, el Rey Alfa era mi compañero destinado, pero eso no significaba que me amara o que sintiera algo hacia mi, que apenas acababa de conocerme.
—Yo no... No tienes que hacer eso, tengo mi propia casa y...
—Eres mi compañera destinada, vivirás aquí.
Tomó una taza de café y me la entregó, bebió de otra mientras miraba por la ventana y luego metió en su boca un pastelillo.
—Puedes ducharte cuando salga de aquí, en un momento vendrá la Beta a traerte la ropa y... Luego podrás explorar o hacer lo que quieras. Llámame, solo si es por algo urgente, no me gusta perder mi tiempo.
Definitivamente, el dolor era tan grande, que cuando se cerró la puerta del baño no pude evitar caer sobre el colchón hecha un ovillo y con lágrimas muy silenciosas en mis ojos.
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