POV. DAMIAN.
Sabía lo que significaba este dolor, sabía que tenía que controlarlo, sabía que si me alejaba lo haría desaparecer y que con el tiempo suficiente podría rechazarla sin titubear.
Pero lo que no estaba en mis planes es que se iba a presentar frente a mí y que yo caería tan fácil.
Estuve tomando la infusión de la hierva inhibidora y aunque no ayudaba del todo a apaciguar el dolor o el calor, al menos podía continuar con mis labores y actividades como Alfa.
De todas maneras, le di la orden al médico de la manada de que investigara porque tenía estos síntomas propios del celo de las parejas destinadas, si aún no había encontrado a la mía.
Bueno en realidad había huido de ella.
—¿Listo? —Le pregunte a mi Beta y mejor amigo Ethan, sonrío y podía sentir los nervios en sus ojos, en sus pasos y en su respiración—. ¡Vamos, amigo! Esa chica es tuya desde antes de que lo supieras —ambos reímos y palmee su hombro.
Yo era un Alfa amargado, y también le había sumado años a mi apariencia por mi actitud, pero era realmente feliz por mi amigo, Ethan conocía a Nina cuando apenas tenía 12 y ella 10. Dese ese día se volvieron inseparables y sabía que ambos le rezaban a la Diosa Luna para que no los separará en el momento en que la edad de apareamiento apareciera y tuvieran que descubrir quien era su compañero destinado. Una historia romántica como ninguna, pero no tenía deseos de recordarla en ese momento. Menos con los pensamientos intrusivos que estaba en mi cabeza y mi lobo aullando al mismo tiempo, tenía jaqueca y la voz chillona de una mujer no desaparecía de mi cabeza.
Así que decidí distraerme prestando atención a todo lo que sucedía a mi alrededor.
Bajamos las escaleras y mientras el no dejaba de mirar para arriba, yo daba vueltas por el salón mirando por las ventanas para ver la magnitud y belleza de ceremonia que había organizado Nina, tenía que adjudicarle que tenía talento para esto y que el lugar parecía más bien otra dimensión, de los arboles colgaban ramas plateadas que se hilaban con luces blancas y lilas, las mesas eran redondas y tenían manteles blancos con servilletas lilas que se ajustaban con un cordel de terciopelo, definitivamente esa chica tenía buen gusto.
Y yo no le negué nada de lo que quería para su ceremonia, pues se cuanto ama a mi amigo y cuanto había soñado con este momento, así que de mi parte hubo un sí para todo.
—Te ves preciosa — susurró Ethan mirando a Nina que bajaba la escalera envuelta en un etéreo y precioso vestido color lila que la cubría hasta los pies.
No voy a negarlo, la pelinegra parecía un ángel y mis ojos fueron a los Ethan que la miraba con tanta devoción y amor que sentí que algo por dentro de mi dolía, un vació imposible de comprender, un dolor agudo que no podía ahogar y que solo aumentaba mientras ellos estaban más y más cerca.
Carraspee intentado alejar ese dolor e incomodidad y para ganarme su atención, quería continuar con la ceremonia y volver a mi castillos, a mi habitación y encerrarme hasta quedarme dormido.
Pero los planes salieron muy diferente.
Cuando puse el primer pie en el exterior del jardín donde se iba a celebrar la ceremonia, lo sentí, el olor, el perfecto olor, mi piel se sintió más fresca, la jaqueca se fue por minutos y mi nariz parecía estar respirando paz. Naranja, canela y algodón.
Mi lobo empujo con mucha fuerza y tuve que rechazar el saludo de algunos Alfas que venían de tierras lejanas, para poder controlarlo y volver en mí mismo. Sin embargo la voz chillona y quejambrosa no se iba de mi cabeza, el calor se empezó a intensificar y mis fosas nasales sentían con más fuerza el delicioso olor.
Lleve a mis labios un poco más de la hierba inhibidora y me senté a observar los rituales de unión entre el beta y su compañera. Ambos hicieron el juramento de lealtad a la manada.
Luego el juramento de lealtad al Alfa.
Y luego el juramento de lealtad al Rey Alfa.
Entre tantos juramentos, juro que me iba a volver loco.
Luego hicieron la ceremonia el fuego y la sangre, encendieron el caldero sagrado y con el cuchillo de plata hicieron un corte cada uno en las palmas de sus manos, Ethan unió su mano a la de Nina y dijeron las palabras que los unían para siempre.
—Yo, Ethan Grayson, beta de la manada SilverMoon juro lealtad, amor y servicio a mi manada, mi Alfa, mi rey y mi compañera.
—Yo, Nina Faning, beta de la manada SilverMoon juro lealtad, amor y servicio a mi manada, mi Alfa, mi rey y mi compañero.
Podía escuchar claramente los aplausos, las risas, las lagrimas que derramo Nina, pero también podía sentir el horrible dolor que mi compañera estaba sintiendo, ella también estaba en su celo y eso solo hacía que mi lobo se desesperará aún más. Mis manos comenzaron a sudar y yo me puse de pie para dar mi discurso, hice lo mejor que pude, felicite, hice un chiste flojo y luego dije las palabras serias. Sin embargo mi pecho subía y bajaba frenéticamente, el calor se hacía cada vez más fuerte, era como si ella estuviera ardiendo a mi lado.
—Alfa, ¿te sientes bien? —pregunto Ethan y apenas si podía ver su rostro bien.
Todo lo que yo estaba sintiendo, lo sentía ella. Y necesitaba encontrarla para acabar con este dolor, con este calor y con esta estupidez antes de que cometiera el mínimo error.
Tenía que rechazarla.
—Sí, solo un poco de calor, ya sabes que no me gusta la gente —le dije y como siempre que yo decía eso, se echaba a reír.
Las personas ya estaban riendo, comiendo y bebiendo, pero el calor se hizo más y más desesperante, mi cabeza daba vueltas y mis pies comenzaron a moverse lentamente, me sentía casi flotando, era como si todo lo que estaba pasando a mi alrededor, solo fuera un espejismo.
Kian no dejaba de aullar y rugir en mi cabeza y dolor allí se volvió más intenso.
Naranja, canela y algodón.
El olor se sentía cada vez más fuerte y podía sentir su excitación y su humedad.
¿Cómo podía sentirla tan claramente?
No tenía idea, pero quería devorarla.
Ella definitivamente me necesitaba para aliviar el dolor y yo solo quería rechazarla para continuar con mi vida y con mis planes.
Estaba caminando cerca a los baños cuando un poco de frío sobre mis manos y cuello se sintió refrescante, sin embargo unas ganas de vomitar y unas arcadas me invadieron, me sentí completamente asqueado y enfermo.
De pronto el dolor se apodero de mi cuerpo de una manera que no podía describir, me deslice por entre las paredes escondiéndome de los invitados, porque no quería arruinar la ceremonia de Ethan y Nina, mis brazos ardían y dolían a lado y lado, casi estaba de rodillas apretando mi cabeza y las voces de hombres diciendo obscenidades invadieron mi mente.
El dolor se volvió tan insoportable que no pude evitar gritar y ganarme la atención de un par de Omegas que intentaron ayudarme, pero solo les pedí que me arrastraran al baño.
Levante la vista y vi como un hombre que no reconocí salió casi volando por los aires y se estrello contra una de las esculturas de hielo, luego volví los ojos al lugar del que había salido y vi esa melena roja, ese pequeño cuerpo, y entendí todo.
Era ella, estaba igual que yo, tenía que sacarla de allí o esto nos iba a matar a ambos. Sin embargo con cada paso que yo daba, mi nariz y cuerpo se iban sintiendo mejor, Naranja, canela y algodón.
—Suéltala —dije con fuerza al Alfa que la tenía atrapaba contra su voluntad.
—Al-Alfa —el idiota se atrevió a titubear, pero desistió cuando su cuello se inclino ante mis palabras.
Luego empecé a actuar por instinto, rodee su cintura, la levante y por primera vez desde que había empezado esto, me sentí bien, tranquilo, en paz, parecía que mi mente estaba más clara y que todo era mejor.
Pero Kian estaba más desesperado que cuando salimos huyendo de la posada.
"Es ella" —dijo gimiendo.
"No importa, la rechazare" —respondí cansada.
"Eso me va a matar"
Me sentí un poco mal por él, pero yo tenía que llevar acabo mis planes sin importar el costo.
Estar con ella entre mis brazos, me dio una fuerza que no pasaba desapercibida, era como si pudiera caminar mejor, ver mejor, oír mejor. Abrí la puerta de mi habitación en el castillo y solo me di cuenta del error que estaba cometiendo cuando la deje de pie en medio del lugar.
—Lo siento —dijo con una voz tan suave que quería escucharla hablar más.
—Ellos son los que deberían avergonzarse —escupí molesto y recordándome que debía hacer un juicio contra esos dos por acosar a una mujer indefensa.
—No se que me sucede y yo solo quería sentir algo frío —reí, yo sabía exactamente que sucedía con ella.
—Toma —estire la mano y me di cuenta que quería verme pero rápidamente le di la espalda, entre menos contacto, menso doloroso sería todo.
—Soy Charlie —dijo su nombre y sentí que había escuchado a la Diosa hablar.
Suavemente fije mi atención en ella mientras bebía el agua fría, pero al tiempo sentí como el calor subía por sus piernas aún más fuerte, aún más ardiente.
La humedad en medio de sus piernas era incontrolable.
Mi mente y mi cuerpo simplemente no resistieron más.
Tal vez me di por vencido ante su belleza, dulzura y calma.
Me abalance sobre ella como un salvaje, la veía desde arriba con sus preciosos ojos verdes, sus labios rojos, sus ojos aún maquillados a pesar de las lagrimas, su peinado casi inmaculado que le daba más altura y elegancia, su vestido corto, sus piernas. Era una mujer perfecta, todo estaba bien, pero no debía dejar que me ganará, así que decidí verter la botella completa de champaña sobre su cabeza para intentar ocultar el olor de su cuerpo, el olor perfecto.
La humillación la hizo retroceder, mi lobo gimoteo y vi como intentaba abrazarse para cubrirse, pero sus pezones eran una obra de arte que resaltaba por encima de su vestido ahora más transparente en algunas partes.
Todo estaba perdido, Kian había logrado salir adelante.
—¡Vete! —gruñí y el dolor me estaba matando.
—¿Qué? Yo no...
—Vete por favor —intente suplicarle, mientras aún podía controlar a Kian de alguna manera.
El dolor de pedirle que se fuera era demasiado, mi cabeza y mi pecho dolían como el infierno.
—¿Te sientes bien? —ella se acerco lentamente y cuando me toco, las chispas y el placer de un cosquilleo suave me invadieron.
—¡Carajo! —Rugí y tome sus manos entre las mías, la empuje contra una pared y pegue su pecho al mío.
Mi nariz fue directo a su cabeza y nuevamente me llene de ella, sonreí levemente y no sabía si era Kian o yo, pero mis labios llegaron a su cuello, donde bese suavemente, disfrutando cada pedazo de piel que tocaba porque ese leve toque me daba alivio.
Algo debió pasar en su cabeza porque la vi abrir sus ojos y parecía presa del pánico o el miedo.
Y yo solo supe en ese momento que quería cuidarla, tenerla para mí y quitarle la angustia, fue suficiente una palabra.
—Compañera —susurre sobre sus perfectos labios y la besé, porque era mía y solo sería mía.
Waiting for the first comment……
Please log in to leave a comment.