─Se está tardando... ─musita la doctora mirando el elegante reloj en su muñeca. ─ya regreso, no tardo. ─dice dejando la habitación, pese a las súplicas de la mirada de la muchacha.
Solo basta que cierren la puerta para que la madre de Ángel presione con mucha fuerza su mano.
─Ni se te ocurra decir que fui yo. ─advierte con ferocidades mientras le da manotazos. ─porque donde yo vaya presa por tu culpa, cuando salga te va a ir peor. ─amenaza eufórica. ─diles que fue tu papá que te pegó, porque te vio con un chico y que se puso celoso. ─dice mirando a la puerta. ─dile que él siempre te golpea, y a mi también. ─susurra más bajito al escuchar pasos acercándose. ─Pobre de ti que digas que yo fui, ya vas a ver. ─amenaza parando de golpearla.
Dos policías y una doctora además de la que ya ha hablado con ellas entran en la habitación.
Ángel, con la cabeza agachada ve a su madre, a la doctora, a los policías, y siente como le falta la respiración, el miedo de hablar, la necesidad de hablar se le hace un nudo en la garganta, haciendo que su corazón llegue a latir muy rápido, tanto que puede reflejarse en el monitor.
─Esta bien..., nadie va hacerte daño, tranquila. ─se acerca la psicóloga muy calmada. ─solo estamos aquí para hablar contigo. ─dice, e intenta tomar la mano de Ángel, pero ella se aleja tanto como el estar sentada sobre la cama se lo permite. ─No voy a hacerte daño, no haré nada que no consientas antes, está bien. ─asiente con una sonrisa amable.
─¿podríamos hablar con usted? ─se acerca el oficial de policía a la madre, por lo que Ángel está aún más aterrada y la respiración empieza a ser un conflicto. No puede respirar.
─Calma, calma. ─dice la doctora tomando una mascarilla de oxígeno y colocándole en su nariz.
─¿que tiene? ─finge preocupación su madre alejándose de la policía.
─Está aterrada. ─musita la psicóloga viendo a Ángel con lastima. ─necesito hablar a solas con ella. ─insiste y tanto la doctora como la policía intenta sacar a la madre, pero ella no lo permite, lo que los obliga a hacer las preguntas allí para las dos.
─¿Tiene algún defecto cardíaco, o alguna enfermedad? ─pregunta la doctora.
─No, ella está bien. ─dice mirándola con el ceño fruncido.
─¿Siempre te has sentido así? ─pregunta la psicóloga. ─¿Como si te faltara el aire, como si tu pecho tuviera una presión muy fuerte, tus manos tiemblan y las lágrimas solo salen sin parar?... ¿sientes que tu corazón se acelera como si corrieras una maratón, cuando solo estás quieta? ─pregunta intentando descifrar.
Pero Ángel no dice nada, solo asiente.
─No es nada, a veces finge que se ahoga, así como loca. ─bufa su madre.
─Voy a ordenar un electrocardiograma, para descartar cualquier cosa. ─dice la doctora anotando en una pequeña libreta que tiene a mano.
─¿desde cuando lo hace? ─pregunta la psicóloga intentado controlar su enojo, por la poca importancia de su madre.
─Desde hace como... unos dos meses, cuando cumplió doce años. ─dice sin darle gran importancia.
─¿Pasó algo?, ¿te sucedió algo?... ─pregunta a Ángel, quien continúa callada.
─No... ella es así de dramática, se inventa cualquier tontería... ─sonríe nerviosa.
─Señora... ─experta la psicóloga ya un poco molesta. ─lo que su hija experimenta es ansiedad, esto de debe a eventos automáticos, momentos difíciles o de confusión... no lo está fingiendo, no es algo que se pueda fingir o controlar, es algo que se da y, de ser lo que creo que podría ser, es tratable.
─¿pero me van a cobrar por eso, y yo plata para esas cosa no tengo. ─espeta de manera despectiva. ─trabajo como un burro, y el dinero no me alcanza. ─dice casi al borde de las lágrimas.
─¿Hay algo que quieras decir?. Lo puedes hacer con total confianza, nadie te va a juzgar...
Quería, Ángel quería gritar, llorar y decirle a la doctora, al policía y a la psicóloga que su madre la golpeaba, que lo había hecho desde que puede recordar, que la golpeaba incluso sin razón, aunque era la primera vez que la llevaba a un hospital, quería decirles que lo que la dañó fue el intento de abuso s****l que sufrió en manos de su padre, pero no dijo nada, no podía.
Tenía miedo, estaba tan aterrada como el día que su padre le dijo que si le decía a alguien lo que le hizo, mataría a su madre y a sus dos hermanas, tan aterrada como cuando la pareja de su hermana mayor intentó abusar de ella y le dijo que si decía algo mataría a su hermana, tan horrorizada como cuando se dio cuenta que cuando su cuerpo empezó a cambiar, cada persona de género masculino a su alrededor la veía como algo comestible. Pero una vez más, por instinto de supervivencia, decidió callar y negar con la cabeza.
─Quiero irme a mi casa. ─balbucea sabiendo que cuando lo haga, volverá a ser lastimada por su madre una y otra vez.
─Claro que si. ─asiente la psicóloga. ─si necesitas hablar, o ayuda, no dudes en venir al hospital. La atención en psicología es gratuita, puedes venir cuando quieras. ─dice dedicándole una sonrisa amable.
─Yo trabajo todo el día, todos los días, pero ella no sale de la casa sola, hay tanto degenerado suelto, no. ─niega su madre con la cabeza.
─Se le entregará una orden de alejamiento para su esposo, así no podrá acercarse a ustedes, ni volverá a golpear a la menor. ─dice el policía, sin quitarle la mirada de encima a Ángel.
Aquel día fue largo, y el más difícil para Ángel, su madre había cruzado una línea, esa a la que ella tanto temía, su madre era capaz de matarla sin conciencia alguna, y ahora que lo sabía, estaba aterrada de morir en manos de su madre.
─Cuando lleguemos a la casa y tus hermanas te pregunten, le dices que te caíste, y vas donde tu tía y te disculpas por mentir, y con tu prima, porque tu primo ya se fue a su casa, peleado con la novia por tu culpa. ─dice apenas los médicos abandonaron la habitación.
─Yo no hice nada... ─se lamenta.
─Tu tía me dijo que tu le dijiste a tu primo que ella estaba con otro chico, con ese chico de la tienda. Por eso se pelearon y tu primo le termino a tu prima, ahora tu tía dice que es por tu culpa. ─reniega entre dientes.
─Yo no le dije nada a nadie, yo no sabía nada...
─¿y como tu tía dice que fuiste tu? ─insiste. ─mejor cállate y no me hagas enojar otra vez. ─advierte levantando su mano para golpearla, pero afortunadamente la puerta se abre y se libra de aquel posible fuerte golpe.
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