─No te vayas. ─dice mirando al suelo.
─pe..., pero.... ─balbucea muy nerviosa.
Es raro lo nerviosa que me poner este hombre con solo tocarme la cintura, sé que el no haber tenido sexo por año debe influir en algo, y el saber que él es muy apuesto y sexi no ayuda mucho, pero me averguenzo de lo fácil que me veo cuando él se me acerca. ─pensó.
Él cubre su boca y señala con la mirada el suelo en el filo de la puerta, hay una sombra.
─Te quedas un rato más, amor. ─dice a modo de susurro mal disimulado.
¡¡Estupida!! ─grita internamente mientras en su imaginación se estrella contra la pared. ─Eres una estupida. Es obvio que era actuado.
Saca despacio la mano de el que cubre su boca. ─Sí... ─traga saliva en seco al tenerlo así de cerca de ella.
La sombra bajo la puerta se aleja y él deja escapar un suspiro de alivio.
─Mi padre no piensa desperdiciar ni un minuto de su estadía en esta casa. ─gruñe destendiendo la cama.
─¿Escuchó algo de lo que dije? ─pregunta escéptica, al notar que él actúa como si ella no hubiese dicho nada.
─Tranquila, sé que lo dijo por que sabia que alguien...
─Su padre me hizo una propuesta. ─se para junto a la ventana, no quiere verlo, está demasiado molesta para hacerlo.
─¿Y qué fue lo que le propuso? ─pregunta muy interesado. Lo que ella diría, podría ser perjudicial. Conoce a su padre, y lo desgraciado que puede llegar a ser, su interés estaba justificado.
─Ofreció dinero, quitar a demanda, aprobar la publicación de mi libro. Todo a cambio de que decir que este matrimonio es falso. ─dice sin voltearse.
─¿Y que le ha dicho usted? ─pregunta desde dónde está.
─¿A donde fue? ─pregunta acercándose a él. ─Mientras yo estuve fuera, usted se fue y me dejó. ─suaviza su voz mientras mas se acerca a él, que no sabe qué hacer, si apartarse o seguir allí.
─yo... ─traga saliva confundido. La observa detenidamente.
─No respondí nada. ─dice y se aparta. ─Me daré una ducha y tomaré el desayuno en el jardín. ─dice caminado a la puerta. ─sería bueno hablar después del desayuno, creo que ahora tengo un problema por ser su esposa. ─se encierra en el baño.
¿Realmente cree que puede jugar con mis emociones para elevar su ego?, es un tonto. ─niega para sí mismo mentalmente mientras abre el grifo.
─Dormiré en mi habitación, que Charles se encargue de todo. ─dice saliendo de la habitación.
Charles no había dormido nada, después de regresar lo unico que queria era dormir, pero al verla dormir y saber que no podía hacerlo cómodamente mientras lo hiciera con ella.
Después de darse el baño, fue a desayunar y llamó a Sabrina para hablar con su hijo, y estuvo caminando por todo el jardín. Hoy ha sido un buen dia, no hay sol, ni lluvia, solo hermosas nubes blancas y un viento fresco y suave con aroma a rosa que rodean el lugar.
─¿Dónde está ella? ─pregunta Edward mientras acomoda su corbata.
─Está en el jardín. ─le entrega su saco.
─Señor, como usted lo predijo, la editorial planea demandar por daño "emocional" ─dice entregando un par de documentos.
─No es raro. ¿Ella, te ha comentado algo sobre lo que ha hablado con mi padre? ─pregunta acomodando su ropa, pero Charles no se da cuenta que se ha detenido solo para poder escuchar con atención lo que tiene que decir.
─Está frustrada por la demanda, al parecer la mujer que fue invitada a la boda, fue parte del plan de demanda. ─dice algo avergonzado. ─y al parecer, su frustración se disminuye al comer. ─dice con gracia, lo que realmente incomoda a Edward, lo que al notarlo él, borra su sonrisa. ─De su padre no ha comentado nada. ─dice retomando su postura rígida.
─Dile que vaya al invernadero. Bajaré en un par de minutos. Y asegurate de que mi padre esté viendo. ─dice y este sale enseguida en busca de ella.
No le toma mucho tiempo encontrarla, ella es tan inherente y predecible que la encontró sentada en el mismo lugar que desayunaba.
─Hola. ─levanta su mano. ─¿bonito dia? ─pregunta con una sonrisa.
─El señor ha pedido hablar con usted, la está esperando en el invernadero. ─la guia con un ademán al lugar.
─¿Está de buen humor? ─pregunta mirando a su alrededor, espera encontrarlo con la mirada, pero no ve a nadie. ─No estaba de buen humor en la mañana. ─dice al levantarse.
─El señor la espera. ─insiste en guiarla.
─Claro. ─asiente presionando sus labios con fuerza.
He querido ser amable con las personas de esa casa, y al parecer todo es inútil, empiezo a creer que realmente no les agrado, y es horrible, pero los entiendo, desde que llegué a sus vidas, solo he traido problemas.
EL silencio es incómodo, pero ninguno de los dos tiene nada que decir, el alivio puede sentirse en ella al ver una especie de jardín techado a corta distancia, mira con asombro la hermosa piscina que tiene que atravesar para llegar a él. Lo único que puede pensar es en lo rica y fresca que debe estar esa piscina, pero lo ridícula que se vería siendo ella la única que se meta allí.
Charles adelanta sus pasos y abre la puerta. Un hermoso, y enorme lugar lleno de flores, desde una simple flor de montaña, a las más exóticas rosas.
─¿hay alguien aquí? ─pregunta en cuanto Charles Cierra la puerta tras ella.
─Si le pidiera no irse, ¿se quedaría? ─pregunta Edward, pero ella no puede verlo.
─¿qué? ─pregunta intentando encontrarlo, pero no consigue verlo.
─Eso fue lo primero que pensé cuando usted me besó después de la boda. ─se escucha cada vez más cerca. ─pero usted tiene una vida, y fue clara al decir que lo hizo únicamente porque yo no podía respirar. ─dice y ella por fin puede verlo.
Su corazón se acelera muy rapido, es intrigante y emocionante ver a donde va a llevar todo esto.
─no, no entiendo... ─balbucea dando pasos cortos y lentos hacia donde él está sentado.
─Escuché lo que dijo de mí. ─dice levantándose. ─y le creo, pero usted y yo tenemos un trato. ─dice mostrando su mano, misma que usa el anillo.
─Lo sé. ─asiente. ─supongo que está aquí para hablar sobre la reunión de la editorial. ─dice sentándose en la banca que ha estado él.
─Eso no será un problema. Mis abogados se encargará de todo. No hay nada de qué preocuparse. ─se sienta junto a ella.
─No le respondí a su padre, pero admito que dudé. ─mira las flores, hasta ver un hermoso girasol. ─es hermoso. ─sonríe.
Edward ve en la misma dirección que ella lo hace, pero hay mucho en la misma dirección, por lo que intenta adivinar de lo que habla.
Ella mantiene su mirada fija en el girasol, pero él la ve a ella.
─¿Sabía que los girasoles ven al sol para crecer?, y además se comen sus semillas. ─musita.
─Mi madre creó este invernadero, y de hecho es más grande de lo que parece. Ha sido difícil mantenerlo vivo y con las especies que ella lo creó, pero es lo que a ella tanto le emocionó crear en su casa.
─¿por qué me dice esto ahora? ─lo ve, pero él no a ella. ─¿qué cambió desde la mañana? ─insiste.
─¿Podemos ser amigos? ─pregunta girándose a ella.
─Claro. ─acepta enseguida con una sonrisa.
─Mi padre estará aquí dos días más, pero para hacer este matrimonio más creíble, debería dejar de hablarme de usted. Se supone que estamos casados. ─dice desviando la mirada.
─¿Y cómo se supone que debo decirle? ─busca su mirada.
─Imagine que está enamorada de mi, trátame como trataría si realmente estuviese enamorada de mi. Y..., si usted me lo permite, yo haré lo mismo. ─dice y ella aún con un poco de duda, acepta y asiente.
─¿esposa? ─tiende su mano con guantes de tela.
─Esposo. ─toma su mano.
─Mientras estemos juntos, deberíamos abrazarnos, tomarnos de la mano y tener uno que otro detalle. ─añade mientras caminan a la salida del invernadero. ─pero respecto a dormir juntos...
─Entonces... ¿cuándo podré irme? ─pregunta mientras caminan por el jardín.
─A más tardar será en diez días. ─dice buscando con disimulo a su padre. ─o cuando ya le autorice el doctor.
─¿Puedo usar la piscina antes de irme?. ─lo ve con una gran sonrisa. ─es que... se ve muy rica esa agua. ─sonríe avergonzada.
El anciano los ve desde una esquina de la casa, y Edward puede verlo enseguida.
─Claro que sí. ─se detiene y la toma por la cintura. Angel toma aire algo nerviosa, pero él se explica enseguida. ─No se mueva, mi padre nos esta observando. ─susurra a su oído, haciendo erizar su piel.
─Sería más creíble si pudiera... ─se queda prendida en su mirada.
─¿qué? ─se gira a ella, y se encuentra con sus ojos mirándolo sin pestañear.
─dormir juntos, yo usaría un antifaz para dormir y solo me lo quitaría cuando usted no esté. ─dice y él asiente.
─¿Dormiremos juntos hoy? ─pregunta sin siquiera pestañear.
─¿Tiene antifaz para dormir? ─pregunta sonriendo como su boca se seca y su corazón se acelera, cuando siente la mano de él presionando más a él.
─Lo podemos solucionar. ─dice moviendo apenas los dedos por el hormigueo que siente dentro de sí.
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