Renata
No sé qué estaba pensando cuando decidí traerle galletas y jugo a Sebastián. O, mejor dicho, definitivamente no estaba pensando. Aunque en su momento me pareció una buena idea, ahora me daba cuenta de que había sido un error monumental.
Lo supe desde que entré y lo vi con el torso desnudo, sudado, con esos abdominales marcados que parecían tallados en mármol. Tragué saliva, queriendo huir antes de que se diera cuenta de mi presencia, pero fue demasiado tarde.
Y después de disculparme, ahora estaba allí pidiéndome explicación de por qué vine a buscarlo si él no me había mandado a llamar.
Su expresión era seria, casi fría. Evidentemente, no le había agradado verme allí. Antes de que pudiera decir algo más, me apresuré a hablar.
—Disculpe, señor Marín, mi intención no fue molestarlo………
Waiting for the first comment……
Please log in to leave a comment.