Renata
Después de que Lucía se alejó corriendo, me quedé mirando a Alirio con una mezcla de enojo y decepción. No podía creer lo que acababa de hacer. Arrancarle las flores a una niña de cinco años y hablarle de esa manera era algo que nunca hubiera esperado de él.
Me tomé un momento para respirar profundamente, tratando de calmarme. No era mi idea hacer un espectáculo y que terminaran llamándonos la atención, sin embargo, y pese a mis intenciones, no funcionó.
El enojo seguía hirviendo dentro de mí como una olla de presión en plena ebullición y si no le reclamé delante de Lucía, fue por respeto a la niña. La pequeña ya ha pasado, por tanto, para agregarle un nuevo trauma a su vida.
—Tú y yo tenemos que hablar —dije, apretando los dientes en un gesto de enojo, con una voz firme, que ……
Waiting for the first comment……
Please log in to leave a comment.