Tan pronto como Leo salió por la puerta, Elisa comenzó a empacar sus pertenencias. Las lágrimas corrían por su rostro mientras cerraba la cremallera de su bolso, mirando la habitación vacía en la que había vivido durante los últimos tres meses.
Se sentó en la cama y se permitió llorar.
Esto estuvo bien, ¿verdad?
Durante mucho tiempo, ella no ha llorado por su situación. Trabajar día y noche para su familia nunca la derrumbó.
Sin embargo, un tipo, un tipo estúpido al que había llegado a enamorarse, logró hacerla llorar.
Miró alrededor de la habitación y los recuerdos destellaron en su mente. Todas las palabras, la actuación falsa y los pocos actos íntimos que compartieron juntos se quedaron en su corazón.
Se sintió sofocada. La habitación parece estar atrapándola a pesa……
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