Irina
El plan era simple. Seducirlo. Enredarlo en mis redes. Mantener a Izan tan atrapado en mi piel que se olvidara de todo lo demás.
Dominic se llevaba a Trina, y yo tenía que garantizar que él no lo siguiera, que no husmeara, que no empezara a hacer preguntas incómodas hasta que fuera demasiado tarde para intervenir y él ya hubiese acabado con ella y luego de eso nos casaríamos. Había sido la promesa de los King.
Pero algo había salido mal.
O peor aún. Algo había salido demasiado bien.
La piel de Izan aún ardía bajo mis uñas, marcando mi cuerpo como un mapa de posesión. Su aliento dormido era una sombra ronca que se alzaba en la penumbra del despacho.
Lo observé en silencio, sin atreverme a tocarlo. Sin atreverme a aceptar lo que me consumía.
Maldición.
Este no era el plan.
Apreté los ……
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