Izan
Estaba recostado en la cama, pero no podía controlar mi inquietud. Decidí levantarme, necesitaba hablar con Irina. Quizás conversando con ella podía descubrir cuáles eran sus intenciones y si estuvo involucrada directamente en lo que nos había ocurrido.
Me costaba creer que existiera tanta crueldad en una persona para sacrificar a su propia gente por un fin.
Cuando me vio levantado, Dante se quedó mirándome con interés.
—¿Dónde vas? —preguntó.
—Debo investigar algo, cuando llegue a una conclusión te aviso —respondí saliendo de la habitación.
El pasillo hacia el despacho de Irina olía a jazmín y ambición, una combinación que quemaba la garganta.
No toqué la puerta. No lo hacía con nadie, menos lo iba a hacer con ella. La puerta de roble macizo cedió bajo mi empuje sin necesidad de g……
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