Lukas no se movió. Podía sentir el corazón de Sofía latiendo aceleradamente contra su pecho. Sus ojos recorrieron su rostro, deteniéndose en sus labios entreabiertos.
—¿Por qué lo hiciste, Lukas? —preguntó Sofía, su voz apenas audible—. ¿Tanto me odias?
—Yo no hice nada… yo no te grabé… ¿cómo podía hacerlo si estaba en el hueco donde me dejaste? —susurró muy cerca de ella.
Se moría por besarla, tomar esos voluptuosos labios y chuparlos hasta que estuvieran hinchados y rojos productos de la pasión.
Ella lo miró con incredulidad, pero en sus ojos, él vio algo más: duda. Así que él se atrevió a acercarse más, su aliento mezclándose con el de ella.
—¿De verdad no tienes nada que ver con eso? —susurró Sofía.
Lukas se mantuvo en silencio, sus miradas enredándose en una danza……
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