Lucía
Mis ojos perciben otra vez, imágenes retro.
Reproduciéndose sin fin.
Dejándome inmóvil
Imágenes retro, Soda Stereo.
Sobrevolando el atlántico, mayo 2022
Desperté y comprobé la hora. Todavía faltaban cinco horas para llegar a Roma. Revisé mi agenda para encontrar la dirección del hotel donde iba a alojarme y que Laura, mi asistente y amiga había reservado hacía meses. Me aseguré de que todos mis documentos estuvieran en orden para evitar problemas al llegar al aeropuerto.
Abrí mi cartera y busqué mi billetera, para revisar que estuvieran las tarjetas. Me gustaba chequear y re chequear varias veces estas cuestiones, porque me daba siempre pavor pensar que podía haber olvidado algo, era una especie de toc. En esas estaba cuando encontré en uno de los bolsillos una tira de fotos doblada. Era un recuerdo de la boda de Jessica y Juan Manuel, mis mejores amigos y padres de Santino, mi adorado ahijado. En esas imágenes me veía más joven, con otro color de cabello y otro peinado, habían pasado más de 10 años. En esa secuencia de fotos, un sonriente Fabio Ferrari me abrazaba y yo lo miraba como si fuera el centro de mi universo. Sostuve la foto y la contemplé, tratando de evitar que una catarata de recuerdos me invadiera. No quería pensar en lo que significaba tener que volver a verlo, precisamente en Roma, la ciudad en que nos habíamos conocido y que había significado el comienzo de una historia que no había podido ser, a pesar de lo mucho que nos amamos entonces. Sacudí la cabeza alejando los recuerdos, volví a doblar la foto guardándola rápidamente mientras trataba de contener las lágrimas que amenazan con aparecer. No debía llorar.
El zumbido constante del avión me envolvía, sumergiéndome en un estado de introspección que no había sentido en mucho tiempo. Roma, la ciudad de los recuerdos enterrados y pasiones nunca del todo apagadas. Las horas de vuelo se estiraban, y mi mente divagaba por un laberinto de emociones y pensamientos.
Mis manos temblaban ligeramente cuando volví a doblar la foto que debía seguir relegada en mi mi cartera. No quería pensar en lo que significaba tener que volver a verlo, precisamente en Roma, la ciudad en que habíamos vivido lo mejor de nuestra historia y que había significado el final de los sueños que había trazado a su lado.
Mi corazón latía con fuerza y las lágrimas amenazaban con aparecer, pero no debía llorar. Respiré profundamente, mientras trataba de contener las emociones. Sabía que este reencuentro con Fabio podría desenterrar un pasado que habíamos dejado atrás por razones complicadas. El tiempo a bordo del avión pasaba lentamente, y con cada minuto que se acercaba a mi llegada a Roma, la ansiedad iba en aumento.
Espero les guste.
Marina
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