Fabio
"E ho capito che era una follia (Y me di cuenta de que era una locura)
Avere pensato che fossi soltanto mia ((Pensar que sólo eras mía)
E ho cercato di dimenticare (Y traté de olvidar)
Di non guardare" (No mirar)
Senza Parole (Sin Palabras), Vasco Rossi
Roma, mayo 2022
La conferencia que debía dar mi mentor comenzaba a las diez de la mañana Tenía mis papeles sobre la mesa, había repasado mis líneas por las dudas. Sinceramente no tenía ganas de dar esa charla, lo mío era escribir y dar clases, pero odiaba exponer ante mis colegas.
Mateo me lo pidió porque no se sentía bien. Él era como un padre para mí, en todos los sentidos, no solo en lo profesional. Junto con Teresa, su mujer, me ayudaron a empezar de nuevo cuando deje todo tras la separación de Lucía.
Ellos eran los únicos, además de Juan, que sabían los motivos por los cuales había preferido quedar con el corazón en carne viva antes que robarle los sueños a la única mujer que logró trastocar mi mundo y lo puso patas para arriba.
Puse la cabeza en frío, y al terminar las presentaciones, empecé mi disertación sobre los monumentos de la Roma de Augusto.
Y ahí estaba yo, hablando del Ara Pacis, cuando la vi sentada en medio de la gente concentrada y tomando notas de lo que yo decía. Profesional y perfecta, como siempre. Me quedé en silencio, contemplándola. Antonio, mi asistente, me miró y me preguntó si estaba bien. Tomé agua para poder seguir hablando, y empecé a hacerlo mecánicamente sin dejar de mirarla.
Anoche tuve la intención de dormir en la oficina porque no podía dejar de pensar en ella.
La última vez que estuvimos juntos le había prometido que la dejaría en paz, y estaba intentando cumplir mi promesa, aunque me sangre el corazón cada vez que la tengo frente a mí. Como si hubiera leído mis pensamientos, ella levantó la vista de sus notas y nuestras miradas se cruzaron. En ese momento fue como si el mundo se hubiera detenido, y solo estuviéramos nosotros en esa sala. Pero Antonio interrumpió ese breve intercambio silencioso, porque me habían hecho una pregunta de la cual no tenía registro, estaba perdido. Tras responder, miré la hora en la pantalla de mi computadora, aún quedaban diez minutos para que terminara mi exposición. Luego siguió la tanda de preguntas a las que respondí como un robot, sin alma. La gente se acercó a saludarme y estrechar mi mano, y yo lo único que pensaba era en evitar que Lucia saliera de allí.
Saludé rápidamente a unos colegas y la seguí apurado para no perderla de vista. Lucía dobló en un pasillo y aceleré el paso para alcanzarla. Estiré mi mano para tomar su brazo.
— Lucia—. La llamé estirando mi mano para detenerla.
— Fabio, ¿qué querés? — me miró exasperada.
—Almorzamos juntos?
—No, gracias, tengo otros planes. Debo conseguir un hotel.
—Vas a ir a ver a Mateo?
—Tengo muchas ganas de ir, más tarde llamaré a Tere a ver si puedo visitarlos en su casa de Florencia el fin de semana.
— Yo me voy el viernes, cuando termina el seminario. Si querés podes venir conmigo en mi auto— dije sin pensar, deseando que acepte. Note que se ponía nerviosa.
— No, gracias prefiero el tren.
— ¿Vas a decir que no a un viaje en auto a la Toscana?
— No Fabio, no te confundas estoy diciendo que no a un viaje con vos en auto. No te ofendas no iría con vos ni, aunque sea la última opción de transporte— respondió enojada, con un temblor en la voz que me trajo recuerdos de su voz trémula susurrando mi nombre entre jadeos y su cuerpo caliente debajo de mí, pensamiento que hizo que mi pene sintiera un sacudón. Ella lo supo y me miró. Su aroma, el mismo de siempre impregnó mis fosas nasales que se dilataron al inspirarla.
— Fabio, por favor déjame en paz. No puedo viajar con vos.
Me acerqué a ella y sin pensarlo la arrinconé contra la pared.
— ¿Por qué Lucía? ¿No podemos viajar juntos como viejos amigos?
— Fabio, no nos mientas. Vos y yo nunca pudimos ser amigos. Por más que lo intentamos una y otra vez, siempre terminamos igual. En la cama
En la cama, contra la pared, el escritorio de mi oficina, en el auto y podría seguir la lista de lugares donde la hice mía.
—Discúlpame Fabio, pero tengo que conseguir un hotel—. Se dio media vuelta y me dejó solo con mis recuerdos.
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