Marcus:
La observé con furia. —¿Por qué tienes que ser tan grosera? —Mire de sus ojos, a su boca—. Solo estoy diciendo la verdad.
“Dios, perdóname, pero quiero besarla”.
Más, sin embargo, su risa burlona me saco de mi estado de ensoñación.
—Claro, quieres decírmelo tocándome sin permiso. —Me dijo con una mirada desafiante—. Marcus, eres el prometido de mi madre, no puedes hacer eso.
Sienna iba a alejarse, pero la tomé de los brazos. La acerqué de nuevo a mi cuerpo y la observé con enojo, frustración y deseo.
—Mocosa insolente, yo estaba seguro de casarme con tu madre hasta que te vi esa noche. Me sedujiste, ¿y ahora pretendes que me aleje de ti?, ¿qué no te desee?
Mi dulce niña ya no se veía molesta, sino nerviosa y llena de anticipación. Incluso sus ojo……
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