Sienna:
—Sí lo hice, solo que no te diste cuenta. —Me ajusté la prenda al cuerpo y casi sentí que mi voz se quebraba—. Me la puse antes de salir.
La increíble noche que pasé con Marcus, me había ayudado con mi tristeza, pero seguía sintiéndome dolida por la traición de Jeisson.
Mi madre frunce su ceño y se acerca del todo, posando sus manos en mis brazos. —Hija, dime la verdad. —Me dice ella con preocupación—. Sé que no me estás diciendo todo.
Mordí mi labio inferior y sentí lágrimas construirse en mis ojos. —Yo...
Sus manos subieron de arriba abajo, buscando consolarme. —Anda, dime. Sabes que puedes confiar en mí.
Lo sabía, pero había cosas que simplemente no estaba lista para contarle. Como, por ejemplo, sobre Marcus.
—Yo... Mamá, encontré a Jeisson teniendo s3xo con Ava —dije, en cambio.
—¡Oh, cariño! —Sus ojos inmediatamente me mostraron el dolor que sentía por mí—. ¿Cómo se atrevió hacerte eso?
Ni yo tenía la respuesta para esto.
Sus manos maternales subieron acariciando mi cabello y luego me abrazo. Imite su acción y me aferre a ella, mientras lloraba.
—Hija, no estás sola. —Mi madre acariciaba mi espalda con cariño—. Comprendo por lo que estás pasando.
Asentí y me alejé un poco. Ella inmediatamente, me limpio las lágrimas con mucho amor.
—Estoy bien, mamá. —Intenté tranquilizarla con una pequeña sonrisa—. Anoche me di cuenta de que no vale la pena sufrir por culpa de ellos. No se merecen estar en mi vida.
Mi madre dejó escapar un suspiro triste y aparto la mirada, por un momento.
—Creí que era un buen chico. —Ella regresó su atención hacia mí—. Pero siempre te lo he dicho Sienna, no debes confiar en ningún hombre. Siempre traen algo oscuro bajo la manga.
No mentía. Después de todo, Marcus era una trampa de seducción.
Ella continúa. —Hija, entonces a donde fuiste después de eso.
—Fui con Amanda... Bebí un poco —dije observando sus ojos color miel—. Y estaba tan borracha que me quedé en su casa.
Mi madre negó y se apartó de mí. —Sabes que no me gusta que bebas, ni tampoco que me mientas, pero entiendo perfectamente por qué lo hiciste.
Respiré profundo sintiéndome un poco más aliviada. —Entonces, ¿me perdonas?
Su cálida sonrisa estaba de regreso y vuelve a tomar mi rostro entre sus manos. Ella deposita un beso en mi frente, para luego mirarme fijamente.
—Está bien, cariño, pero no vuelvas a preocuparme así. —Me dice, mientras acaricia la piel de mis mejillas—. Pero dejemos de pensar en eso y más bien, ve a ducharte porque ni creas que voy a dejar que faltes a la universidad.
Acompañé su sonrisa, su amor y su apoyo, eran mi motor para superar todos mis problemas.
—Está bien, mamá.
Me alejé y sentí que me n*lgueo el trasero. —Y lávate esa boca que hueles a cementerio.
Gemí y subí rápidamente las escaleras. Menos mal que no bese a Marcus en los labios o si no, corría el riesgo de que lo hubiera sacado espantado de ese hotel.
Sacudí mi cabeza y aislé esos pensamientos.
Una vez en mi habitación, me aseé rápidamente, para luego ponerme un conjunto de deporte color rosa. No estaba de ánimo para arreglarme, así que simplemente me sequé el cabello y me lo sujeté en una cola de caballo. Era un look sencillo, pero tendría que funcionar.
Tomé mi base líquida y empecé a maquillarme los chupones que me dejo Marcus. Bueno, hice lo que pude. De todas formas, no me quitaría el suéter y eso sería un infierno que soportar, porque estábamos a varios grados de calor, pero de cualquier forma tendría que hacerlo.
Teniendo esto listo, tome mi morral para luego salir de mi habitación y bajar las escaleras rápidamente.
Llegué a la cocina y mi madre ya estaba preparándome el desayuno. Ella al verme, me guiño un ojo. —Estás preciosa.
Le di una pequeña sonrisa. —Gracias. —Le respondí simplemente y me senté en uno de los taburetes de la isla de la cocina.
Ella solo lo hacía para animarme, pero tardaría un poco más en superar esta ruptura. Como sea, no quería enfocarme en mí.
En ese momento, vi a mi madre acercarse con un vaso y una pastilla, dándomelos. —Tomate eso para tu resaca.
Lo recibí enseguida. —Eres la mejor. —Le agradecí, tomándome el medicamento de una vez.
Mi madre soltó una pequeña risita y regresó a remover los huevos con tocino. —No me adules tanto, porque ya sabes que estás castigada.
—Lo sé. —Le respondí, mientras ponía el vaso de agua sobre la superficie de granito.
Eso lo sabía de sobra, pero no me importaba. De todas formas, con todo lo que sucedió anoche, no me quedaban ganas de salir. Además, mi madre tenía razón, no debía confiar en los hombres y mejor le hacía caso...
Me detuve en mi pensamiento y puse mi atención en ella. —¿Mamá y cómo vas con tu novio? —Le pregunté.
Hace un tiempo que me lo había contado, pero jamás lo había conocido. ¿La razón? No la sabia y otra cosa que también me tenía pensando, es que ella tampoco hablaba mucho de él.
Sus ojos brillaron de la emoción. —De maravilla, hija.
Estreché mi mirada. —¿Segura?
—¿Por qué lo dices? —Pregunto con nerviosismo y sin apartar su mirada.
Masajee mi sien. —Mamá, es que con todo eso que me dijiste, de que no confiara en los hombres...
Mi madre suspiró aliviada y soltó una pequeña carcajada. —Ah, eso. No hija, él es distinto a los demás, es muy respetuoso, fiel y hasta sospecho que me va a proponer matrimonio. —Ella me da una sonrisa llena de felicidad.
—¿Qué? —dije, parpadeando con incredulidad. No esperé que fuera tan pronto.
Ella dejó la espátula fuera del sartén y apago el fogón. —Lamento no contártelo, Sienna, pero tenía mucho miedo de como reaccionarias. Ya sabes, con el tema de tu padre, pensé que no querías conocerlo.
Mierd*, no imaginé que mi madre tendría miedo de contarme sus cosas.
—Mamá, yo... —Me detuve y dejé escapar un suspiro frustrado—. Definitivamente, soy una mala hija.
Mi madre rodeó la isla y se acercó rápidamente, tomándome de las manos. —Claro que no, Sienna, eres lo mejor que me ha pasado en la vida y no puedo más que cuidarte. Por eso quiero que sepas que si no estás dispuesta a conocer a mi novio, lo entiendo completamente...
La interrumpí, ella hacía tanto por mí y como no darle mi bendición. Además, ese señor que solo dio su esperm* para que naciera, era un tema pasado.
—Mamá, ya no soy una niña. Además, tu felicidad va primero. —Le dije sinceramente—. Así que, sí se casan y vivimos todos como una familia, no tengo problema.
Ella acarició mi rostro con ternura y veo en sus ojos lágrimas sin derramar. —Mi vida... —Se detuvo un momento y me abrazó—. Te amo mucho, Sienna. Todo lo que hago es por ti.
—Yo igual. —Mi voz se quebró por la emotividad del momento.
Como sea, me separé de ella y limpié sus lágrimas. —Bueno, pero estamos celebrando antes de tiempo. Será mejor que lo invites a cenar.
Mi madre asiente y dice con voz espesa por el llanto. —Sí, por supuesto, cariño. —Ella me da una sonrisa emocionada.
Asentí y continué diciéndole. —Quiero conocerlo. Necesito saber si es un buen hombre y sobre todo si te hará feliz. —Eso era lo más importante para mí.
Ella suelta una pequeña carcajada y se aleja, para luego sacar unos platos del gabinete. —Le diré que venga mañana y seguro que no tendrás nada de que preocuparte, se llevarán muy bien.
Acompañe su sonrisa. Haría lo que sea porque mi madre estuviera feliz, así que tendría que empezar a llevarme bien con mi futuro padrastro.
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