La luz de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación. Marcus abrió los ojos, y lo primero que vio fue a Avy, dormida a su lado. Su cabello se extendía en ondas sobre la almohada, y una expresión de paz descansaba en su rostro. Verla así, tan tranquila, le llenó el pecho de un calor indescriptible.
Con cuidado, Marcus se deslizó fuera de la cama, asegurándose de no despertarla. Observó por un momento cómo el edredón apenas cubría su figura, recordándole los momentos de la noche anterior. Sonrió para sí mismo, sintiendo una mezcla de amor y gratitud. Caminó hacia el teléfono para pedir el desayuno.
-Buenos días, me gustaría ordenar el desayuno a la habitación -dijo en voz baja-. Un poco de todo, algo ligero y algo dulce. Y café, por favor.
Después de col……
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