Timoteo se arrodilla ante Anastasio, y lee implora:
— No lee hagas eso, perdónale la vida.
El rey se acerca a Timoteo, y le pega un tremendo puñetazo, y le dice:
— Crees que yo voy a perdonarle la muerte de la reina, ah… eso es imperdonable, él va a recibir la pena máxima.
Janet sale de la habitación. Cuando es vista por Decires, la cual pega un tremendo grito.
El rey escucha eso, y le dice a Ragel:
— Manda a Timoteo a la casa de Valencia con unos militares, yo voy a mirar que fue eso que se escuchó.
En ese instante, Janet le dice a Decires y a los demás empleados. Que llegaron a causa de ese grito:
— ¡Yo estoy viva!, así que dejen el escándalo.
Mina le dice a Janet:
— Señorita, no nos pida que no nos asustemos o gritemos, porque usted ayer estaba muerta, no los puede negar eso.
Anastasio llega en ese momento, y les dice a todos:
— ¿Cuál es el alboroto? Todos se van hacer sus quehaceres… ¡ahora!
De inmediato, todos salen espavoridos ante el rey. Cuando Janet le dice a Anastasio:
— Es normal que ellos estén asustados, es algo que yo todavía me asombro.
— ¿Y cómo te sientes?
— Perfecta, solo quiero saber dos cosas.
— Dime.
— ¿Qué vas hacer con Úrsula? ¿Y cómo va lo de Joaquín?
El rey coge su barba con la mano derecha, y le responde a Janet:
— Úrsula morirá esta tarde, y lo de Joaquín está en marcha… todavía nadie me ha dicho algo de eso, pero va en marcha.
— ¿No has contemplado en solo meter a Úrsula a la cárcel?
— Eso no tiene discusión, Úrsula mato a la reina. Y por consiguiente, ella también morirá…
El rey toca los hombros de Janet, diciéndoles:
— Preocúpate solo con que yo encuentre a ese hombre. Para que te puedas vengar.
— Está bien, realmente eso es lo que a mí me importa.
— Bueno, voy a buscar a Sebastián, es extraño que Leonardo no haya venido con esa carta que le envié.
— Ve a buscarlo.
Minutos más tarde, Sebastián es localizado por un guardia real, quien lo encuentra afuera del palacio hablando con Euclides, y le dice:
— ¡Sebastián! El rey te está llamando.
Sebastián pone su mano derecha en su cabeza, y dice en voz baja:
— ¡La carta!
Euclides le dice a Sebastián:
— ¿Qué sucede?
Sebastián espera a que el guardia siga alejándose, y le responde a Euclides:
— Me olvide de hacerle una carta al rey, la cual iba para su hijo.
— Ve rápido, antes que te vuelvan a llamar. Y has esa carta, no vaya hacer que el rey te mate por eso.
Sebastián se queda callado de tanto miedo que le da, y va al palacio con mucha preocupación.
Sebastián llega ante el rey, y le dice:
— Me mando a llamar señor.
— ¿Por qué Leonardo no está aquí? Hoy es el día en que ejecutaré a Úrsula y quiero que él esté presente en esa ejecución.
Sebastián mira a Janet y con mucho miedo, le dice al rey:
— Leonardo no vino o no ha venido, porque a mí se me olvido hacer la carta.
De inmediato, el rey truena sus dedos y totalmente ofendido, les dice a los guardias:
— Cuélguenlo en la plaza. Hasta que sea el momento de la ejecución de Úrsula.
Sebastián le ruega al rey:
— Perdóname señor, un error lo comete cualquiera.
— Llévenselo.
En seguida, los guardias se llevan a la fuerza a Sebastián.
Janet no le gusta lo que está viendo, y dice:
— Esto que te voy a decir no es para sacártelo en cara, pero te lo voy a decir.
— ¿Qué pasa Janet?
— Tú me debes la vida. Y por lo tanto, te exijo que no vayas a matar a ese hombre solo porque se olvidó de hacer una carta… quieres yo la puedo hacer.
El rey queda viendo a Janet, y le expresa:
— Tienes un punto… está bien, solo lo voy a castigar colgándolo de las manos.
— ¿Por cuánto tiempo?
— Un día.
— No Anastasio, como lo vas a colgar un día, si quieres lo puedes castigar quitándole temporalmente algo de su p**o, eso también es un castigo…
— Lo colgare solo por unos minutos, y después lo soltare… ¿contenta?
— Bueno, algo es algo.
— Yo mismo iré a casa de mi hijo. Y lo traeré al palacio para la ejecución.
Después de unos minutos, el rey llega a casa de su hijo y nuera, y les explica todo lo que ha pasado en el palacio. Y que va a ejecutar a Úrsula por la muerte de Mérida.
Indignado, Leonardo coge los dos hombros de su padre, y le expresa:
— Vamos al palacio.
Horas más tarde, los guardias traen a Úrsula a la plaza del palacio. Cuando Úrsula ve al rey, Janet y al príncipe, y les dice:
— Se ven tan patéticos.
Sebastián se encuentra colgado de las manos durante una hora, y le dice al rey:
— Perdóname, no lo vuelvo hacer.
El rey mira a Janet, y luego le dice a Ragel:
— Baja a Sebastián.
De inmediato, Ragel baja al mensajero, y le dice:
— Pórtate bien con el rey, porque la próxima vez no la contaras.
Sebastián le dice al rey:
— Gracias señor.
El rey le contesta:
— Las gracias dáselas a Janet, ella fue quien intercedió por ti.
Sebastián le da las gracias a Janet. Cuando Úrsula les dice a los dos:
— Acabemos con esto de una vez por todas, y mátame de una vez… no quiero verlos, ustedes me enferman… ahora todos le rinden pleitesía a esa bruja, que con todo el veneno que ha injerido, debería de estar muerta.
Janet le dice a Úrsula:
— ¿Cuál es tu odio por la familia del rey? ¿Por qué mataste a Mérida?
De inmediato, Úrsula recuerda a Mérida antes de envenenarla, y expresa:
— Con tan solo su presencia, hacia que yo enardeciera de ira, ella lo tenía todo y yo nada, ella era también más bonita que yo… yo estaba de arrimada en este palacio, mis aspiraciones se reducían a nada… yo quería ser la reina. Porque a mí me sienta mejor… es por eso que planee envenenar a Mérida primero, y después seguía el rey. Para si, mi esposo se convirtiera en rey.
Leonardo se levanta de su silla, y le dice a Úrsula:
— Timoteo nunca iba ser rey. Porque yo lo iba a impedir, por ser el hijo del rey… lo que le hiciste a mi madre nunca te lo perdonaré.
Úrsula se ríe de Leonardo, Y hace enfadar al rey, quien le dice a Ragel:
— Ya estoy harto de esta mujer, ¡cuélgala ya!
De inmediato, Ragel le hace caso al rey. Y hace subir a Úrsula a una tarima vieja, y le pone una soga en el cuello, diciéndole:
— Este es tu fin, di tus últimas palabras.
Úrsula les dice a todos:
— Por lo menos ya no serán una familia feliz… les quite a Mérida.
En ese instante, el comandante quita la plataforma que sostiene a Úrsula, y la horca.
Al ver eso, Janet se acuerda cuando los militares de su pueblo la mataron injustamente, y dice en voz baja:
— ¿Cómo puedo hacer para olvidar cada muerte…
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