La hija de mi jefe
Pobre Alan.
No tenía idea que iba a encontrar en el avión a una pelirroja calamidad, que no sólo acabaría con la poca paciencia que siempre pone en manifiesto, sino que lo haría alucinar con su provocativa boca y sus hechizantes ojos color jade.
Una irreverente pero inexperta muchacha, que tiene un don que ella misma desconoce: puede provocar ideas más que ardientes en el serio, pero fogoso pelinegro.
Uno que tiene que aguantarse con todas sus ganas el lanzarse encima de la inocente e incoherente chica, logrando que sus fantasías con ella se limiten a un cuarto de baño mientras le jala el cuello al “ganso”.
Un dolor de cabeza que no sólo pondrá a prueba su temple, sino su temperatura, una que sube aún más rápidamente, al ser prácticamente prohibida por ser hija de su nuevo socio.
Unfold
Enderecé mi espalda y Aly también lo hizo, antes de sonreír ampliamente al estilo gato risón, preparados ya para soltar la bomba.
—¡Vamos a…! —exclamé y Aly tapó mi boca, mirándome con un ligero reproche—. ¿Qué ocurre?
—¡Los dos al mismo tiempo! —exclamó, poniendo los ojos en blanco—. Es el chiste de hacer este tipo de anuncios.
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