¡Lujuria! El placer nuestra arma.
Share:

¡Lujuria! El placer nuestra arma.

READING AGE 18+

Señorita Platero Steamy Stories

0 read

¡Vaya que había cambiado! Mi amor de niña se había puesto bueno. ¿Qué digo bueno? ¡Estaba buenísimo! Parecía que tenía una membresía vitalicia en algún gimnasio, porque esos músculos no eran de nacimiento, ¡eran de pura dedicación y sudor! La tabla de chocolate que se cargaba no era solo para presumir, sino para derretir corazones.
“Y el mío estaba derritiéndose como una paleta olvidada en el asfalto a 96 grados, más rápido que un helado en una parrillada.”
Mis ojos no podían dejar de admirar tanta belleza; parecía que se salían de sus cuencas mientras detallaban cada centímetro de su cuerpo esculpido. La saliva en mi boca caía como una cascada, y me sentía como una niña en una tienda de dulces, incapaz de decidir por dónde empezar. Cada músculo, cada línea, era una obra de arte que merecía ser apreciada con detenimiento.
Mi mente divagaba, imaginando cómo sería sentir esos músculos bajo mis manos, y un calor subía por mi rostro. Era como si mi corazón estuviera en una carrera de Fórmula 1, y él era la pista que me hacía acelerar.
—¡Atención, atención! ¡Se busca a Greta, última vista en el reino de los abdominales encantados! —La voz de mi amiga Elsie me sacó de mi trance. —Cariño, te has perdido más que un turista sin GPS.
Me dijo moviendo la mano frente a mis ojos. —Perdona, ¿qué me decías? — Le respondí con una sonrisa traviesa: —Elsie, querida, si no hubieras interrumpido mi trance de admiración muscular, ahora estaría escribiendo mi nombre en su brazo con un marcador permanente.
Elsie soltó una carcajada y me dio un ligero empujón en el hombro. —¡Ay, Greta! Siempre tan dramática. Pero en serio, ¿qué te pasa? Casi lo terminas desnudando.
—¿Y cómo no? —dije, señalando discretamente hacia el objeto de mi fascinación. Nada menos que Orión su querido primo —. ¿Has visto esos bíceps? Podrían tener su propio código postal.
Elsie se carcajeo aún más fuerte. —Bueno, si tanto te gusta, ¿por qué no vas y le hablas? Quizás hasta te deje escribirle algo en el brazo, pero con un bolígrafo, no un marcador permanente.
—¿Hablarle? —dije, sintiendo que el color subía a mis mejillas—. ¿Y qué le digo? “Hola, ¿te acuerdas de mí?, soy Greta y me gustaría inscribirme en tu gimnasio personal de músculos perfectos.”
Elsie me miró con una sonrisa cómplice. —Exactamente. Y si eso no funciona, siempre puedes pedirle que te enseñe su rutina de ejercicios. Quién sabe, tal vez termines con tu propia tabla de chocolate. — Elsie, viendo mi expresión, añadió: —O podrías decirle que necesitas un guardaespaldas para protegerte de todos esos pensamientos traviesos que tienes sobre él.
Solté una carcajada. —Sí, claro, y luego me desmayo de la vergüenza.
Elsie me dio un empujón suave. —Vamos, Greta, no tienes nada que perder. Además, si no lo haces, siempre podré recordarte este momento cada vez que quiera molestarte.
Suspiré, pero con una sonrisa. —Está bien, lo haré. Pero si me desmayo, será tu culpa.
Elsie levantó las manos en señal de rendición. —Acepto toda la responsabilidad. Ahora ve y conquista esos bíceps.
Nos reímos juntas, y aunque la idea de acercarme a él me ponía nerviosa, la chispa de valentía que Elsie había encendido en mí comenzó a crecer. Tal vez, solo tal vez, me atrevería a dar el primer paso.
Mientras lo miraba, no podía evitar recordar cómo era Orión cuando éramos niños. Siempre había sido simpático y divertido, pero ahora… ahora era como si hubiera salido de una revista de fitness. Sus músculos eran una obra de arte, esculpidos con dedicación y esfuerzo. Cada vez que se movía, podía ver cómo se tensaban y relajaban, como si estuvieran en una coreografía perfectamente sincronizada.
—Vamos, Greta, tú puedes —me susurró Elsie, dándome un empujoncito de ánimo.
—¿Y si me tropiezo y caigo justo frente a él? —dije, imaginando la escena en mi mente.
Elsie me lanzó una sonrisa traviesa antes de girar sobre sus talones, inhalando profundamente. —“¡Oye, Orión!” —Grito.
¡Dios mío! ¿Acaso Elsie había perdido la cabeza? Mis nervios se dispararon, haciendo que cada célula de mi cuerpo ardiera. No sabía dónde esconderme; ni siquiera estaba presentable. ¿Y si tenía frijoles en los dientes?
¡No, no creo, no había comido frijoles!
—Pero miren a quien tenemos aquí, no es nada menos que Gretchen Rosas.
—Orión Escarra, ¿qué te trae por estos rumbos?
Que Dios me perdone, pero mis pensamientos dejaron de viajar por el reino de los abdominales perfectamente esculpidos y comenzaron a explorar territorios más oscuros y traviesos. Era como si mi mente hubiera tomado un vuelo sin escalas hacia el país de la lujuria, con una parada rápida en la ciudad de las fantasías prohibidas. ¡Ay, qué turbulencia!

Unfold

Tags: love-trianglekickingcity
Latest Updated
Capítulo Uno

¡Vaya que había cambiado! Mi amor de niña se había puesto bueno. ¿Qué digo bueno? ¡Estaba buenísimo! Parecía que tenía una membresía vitalicia en algún gimnasio, porque esos músculos no eran de nacimiento, ¡eran de pura dedicación y sudor! La tabla de chocolate que se cargaba no era solo para presumir, sino para derretir corazones.

Comment

    Navigate with selected cookies

    Dear Reader, we use the permissions associated with cookies to keep our website running smoothly and to provide you with personalized content that better meets your needs and ensure the best reading experience. At any time, you can change your permissions for the cookie settings below.

    If you would like to learn more about our Cookie, you can click on Privacy Policy.