Cuando llegaron a la mansión donde vivía Alex, Melisa casi se desmaya al apreciar el tamaño y el lujo del lugar. No podía creer que este hombre viviera solo, en un lugar que parecía más bien un castillo.
La desigualdad social incluso la dejó avergonzada, era tan injusto para unos con tanto y otros con nada.
En el garaje donde Fabio estacionó el auto, había cuatro autos más estacionados, y no eran autos comunes, sino lujosos, de esos que ella solo veía en la televisión.
—¿Hay otras personas viviendo con él en la casa? —preguntó desconfiada.
—No, ¿por qué? —la cuestionó Fabio, bajándose del auto.
—Es que aquí hay muchísimos coches aparcados.
—Ah, estos son todos de Alexander, le gustan mucho los autos deportivos.
—¿¡Son estos todos sus coches!? —su boca no pudo cerrarse por la sorpresa.
—Asi es, pero falta uno, pero ya lo viste, es con el que chocaste, que lamentablemente es el más caro de la colección.
Melisa tragó.
—¿Por qué tiene tantos coches? Apuesto a que ni siquiera debe usarlos.
—Digamos que sí, pero estaba enamorado de su nueva adquisición y terminaste arruinando su nuevo juguete.
Melisa acompañó a Fabio y entró en la mansión. Si por fuera era un lujo, por dentro ni siquiera podía describirlo, nunca imaginó sobre la faz de la tierra que entraría a un lugar asi.
Había candelabros de cristal en el techo, ventanas de cristal y enormes cuadros en las paredes, que, por supuesto, costaban una fortuna.
—¿Entiendes por qué deberíamos traerla antes? —Alex apareció en la habitación donde acababan de entrar—. Mira la cara de tonta que está poniendo, ni siquiera puede cerrar la boca. Esto es tan ridículo. —Se burló.
Una vez más, Melisa se sintió ofendida.
Alex parecía no darle tregua, pero, como ya le había advertido Fábio, debía mantener la calma y no tomar represalias.
—Su casa es muy hermosa, señor —dijo amablemente, tratando de mantener un ambiente amigable.
—Es mejor dejar de llamarlo señor, es necesario que se acostumbre a ser menos formal —advirtió Fabio.
—Y trata de ser más discreta también en tus expresiones. Sé que nunca debiste haber venido a un lugar como este, pero al menos deberías fingir que estás acostumbrada, ya que mi abuelo se quedará aquí, con nosotros.
—Está bien, lo disfrazaré más.
—Fabio, vayamos al grano —dijo Alex con impaciencia.
Todos se sentaron.
—Vamos a tener que ponernos de acuerdo en algunas cosas, por ejemplo. ¿Cómo, cuándo y dónde os conocisteis? ¿Cuándo empezasteis a salir como pareja? ¿Y por qué decidieron casarse tan repentinamente?
—Entonces, ¿cómo será? —pregunto Alex.
—La historia es la siguiente. Se conocieron hace 10 meses, en una cafetería. Alexander entraba al lugar, mientras Melisa salía, con un vaso en la mano. De repente, chocaron y ella derramo todo el líquido del vaso encima.
—¡Ah, por supuesto! Realmente tiene que haber un desastre en esta historia —dijo sarcásticamente.
—Entonces se disculpó por el accidente al darse cuenta de que había manchado tu camisa y se ofreció a lavarla por ti, pero tú fuiste muy educado y dijiste que no era necesario, ya que todo estaba bien. Al notar que su bebida se había derramado, usted amablemente se ofreció a comprarle una bebida nueva. Entonces tomaron café juntos e intercambiaron números de teléfono, ya que ambos estaban interesados el uno en el otro.
—Vaya, esta historia suena tan patética —Alex puso los ojos en blanco.
—Eso es lo que lo hace interesante, os enamorasteis a primera vista y al mes empezasteis a salir.
—Qué historia más aburrida, espero que mi abuelo no pregunte sobre eso.
—No me importa la historia, pero después de esto, ¿qué vamos a hacer? —a Melisa no le
importaba la forma en que hablaba Alex.
—Joaquim preguntará por qué su nieto se casó sin decírselo, luego dirá que pensó en lo que había dicho su abuelo y decidió tomar esa decisión. Desde que estaba perdidamente enamorado de ti. Entonces decidió sorprender a su abuelo. Simplemente confirmarás todo e intentarás ser lo más realista posible. Deben memorizar todo sobre el otro, de esta manera parecerá que se conocen desde hace mucho tiempo.
—Ya he escrito lo que necesita saber sobre mí. —Melisa sacó un papel de su bolso.
—Muy bien, Alexander también hizo una lista de cosas que debes saber sobre él. Además, dedicad el resto del dia a hablar, a conoceros un poco. De ahora en adelante, esta será tu casa, Melisa. Ya te he separado algunas cosas, en la habitación donde dormirás. Como serás la esposa de Alexander García, tendrás que vestir bien a partir de ahora.
—Todo está bien.
Melisa pensó en preguntar, pero lo dejó pasar. Queria ir con su hija, pero sabía que estar allí ahora era el precio que tenía que pagar.
Fabio se fue y los dejó solos.
Melisa no se sentía nada cómoda con eso, pero no había opciones.
—Ven conmigo te mostrare la parte superior de la casa. —Alex comenzó a caminar hacia las escaleras, que conducían al piso.
Caminando por un pasillo enorme, lleno de puertas, se detuvo al final del pasillo, frente a una puerta enorme y la abrió.
—Esta es nuestra habitación. —Mostró el enorme dormitorio.
—¿Qué? —dijo sin entender nada—. ¿Tendremos que dormir en la misma habitación? Esto no estaba en el acuerdo.
—Claro que no, tonta, pero asi debe pensar mi abuelo. Mira aquí. Señaló una puerta de la habitación. Esta puerta da acceso a la siguiente habitación, que será donde dormirás, es decir, entrarás por mi habitación, pero vendrás aquí, asi mi abuelo pensará que dormimos juntos.
—Lo entendí.
La forma grosera en que Alex solía hablarle la estaba llenando de ira, pero trató de contenerse.
—Mira, mi abuelo es un hombre muy directo, por lo que te puede intimidar un poco, asi que trata de ser más inteligente y no dejes que te pille en una mentira.
—¿Se parece a ti? —preguntó asustada.
—Un poco, pero puedes estar segura, puedo causarte más miedo, así que piénsalo bien antes de intentar ser un sabelotodo conmigo.
—Ya lo entiendo, no te preocupes, haré lo mejor que pueda.
—Es muy testarudo y quiere obligarme a casarme, y además ya es una tontería terrible, todavía quiere elegir a la novia por mí.
—¿Pero no conoces a la mujer que te quiere presentar?
—¡Por supuesto!
—Pero... ¿y si la conoces y te enamoras de ella? Quizás incluso quieras casarte de verdad.
—¿Enamorarse? —se rio—. Mírame bien a la cara, ¿parezco el tipo de hombre que se
enamora de alguien?
La forma en que Alex miró a Melisa le provocó un escalofrió, ese hombre la asustó.
—Todo está bien. —Dijo torpemente, casi tartamudeando.
—No soy el tipo de persona que suele hacer lo que la gente quiere, así que, desde el momento en que mi abuelo quiso interferir en mi vida, me quitó todas mis ganas de conocer a alguien. Además, no me gusta limitarme a una sola persona, asi que debes saber una cosa, querida esposa. Seré un marido infiel.
Melisa tragó. Sabía que este no era un matrimonio real y que solo duraría poco tiempo, pero ¿cuál era el costo de no salir con alguien hasta que su abuelo se fuera?
—Prefiero no conocer los detalles —dijo con una mirada de disgusto.
Incluso en un matrimonio falso, no pude encontrar un marido fiel, ningún hombre era bueno. Pensó, deduciendo que no había hombres buenos.
—¿Por qué pusiste esa cara?
—No fue nada.
—Dime, ¿qué necesito saber de ti? —se sentó en la cama, esperando que ella hablara.
—Ya anoté todo en el papel que te di. —Se explicó.
—Lo sé, pero no voy a leer eso. Me da pereza y puede que hasta me dé sueño, mejor que lo digas tú mismo.
Una vez más, Alex estaba siendo irónico, pero como no tenía mucha opción, respiró hondo y comenzó.
—Tengo 22 años y tengo una hija que se llama Lis, que tiene 2 años. Mi última relación duró cuatro años, después de enterarse de mi embarazo el decidío romper. Empecé la escuela de farmacia, pero tuve que dejarla porque quedé embarazada. Mis padres murieron en un accidente de autobús y no tengo hermanos. Trabajo como empleada doméstica, es decir... trabajé. —Recordó que estaba desempleada—. Naci aquí mismo en la ciudad y nunca salí de aquí ni de ningún lado. Mi color favorito es el rosa y mi comida favorita es cualquier cosa que sacie mi hambre.
—Me alegra que estés hablando, si leo esto, definitivamente sentiría sueño —dijo desinteresado.
—Sé que mi vida no te interesa, pero no es necesario que me trates con desdén. —No podía soportar verlo poner los ojos en blanco.
—¿Qué quieres que haga? —se levantó—. Estoy tratando de imaginar algo sobre ti, para decirle a mi abuelo, la razón lógica que me hizo enamorarme de ti, pero con la vida que tienes no hay nada interesante. Como me imaginaba, eres una mujer corriente, nada extraordinario.
—Si sabias que sería asi, ¿por qué me elegiste para esto? Podría encontrar otra manera, así poder pagar lo que te debo.
—Eso estaba fuera de mi alcance en este momento, asi que te elegí. ¿No te das cuenta de que yo tampoco tenía otra opción? ¿O todavía no lo entiendes? Sólo hay una manera de convencer a mi abuelo de que me enamoré de ti. Se acercó a ella.
—¿Qué sería entonces? —preguntó, intentando alejarse.
Alex sostuvo la barbilla de la mujer, que tenía los ojos muy abiertos por el miedo.
—¡Diré que me enamoré de ti, porque eres muy, muy hermosa!
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