Con la boca aún abierta porque estaba sorprendido, se dio cuenta de que Melisa notó su presencia en ese lugar, por lo que colgó el teléfono y se acercó a él.
—Buenas tardes, señor. —Lo saludó cortésmente.
Había decidido mentalmente que no diría nada que pudiera molestarlo, para que todo pasara rápido. De esta manera podría regresar al hospital y estar al lado de su hija.
—Buenas tardes... —Alex parpadeó un par de veces, hasta recuperarse—. Ya veo que un buen baño no le hace mal a nadie, ¿eh? —dijo mirando a Fábio, con tono burlón.
Por mucho que Melisa hubiera captado la indirecta, prefirió no decir nada y fingir no entenderlo todo.
—Si ambos estáis listos, tomemos las fotos. Tenemos poco tiempo —dijo Fábio, tratando de revertir la situación—. Por favor, allá dentro, comportarse como una pareja de recién casados. No es necesario besarse ni nada por el estilo, pero intenta transmitir un aire de intimidad en las fotos, te sugiero fingir que esta es la primera prueba. Si logras engañar al fotógrafo, ese es un punto para ti.
La pareja entró al estudio, de la mano. Melisa estaba muy nerviosa y parecía que ese sería su mayor tormento. Sonreír para las cámaras era una pesadilla, ya que la presencia de Alex le provocaba un escalofrió por la espalda, acompañado de una sensación no tan buena.
Ese hombre se portaba bien delante de la gente, pero ella sabía que era un completo manipulador.
El fotógrafo empezó a tomar algunas fotos, indicando siempre la mejor posición y ángulo.
—¿Puedes sentarte en el regazo de tu marido y mirar hacia aquí? —preguntó el fotógrafo.
—¿Qué? —preguntó Melisa nerviosamente, con los ojos muy abiertos.
Ya era difícil tomarle la mano, si lo hacía, se desmayaría.
Miró a Alex, que estaba sentado en el sillón, como si no estuviera pasando gran cosa. Luego miró a Fábio, nerviosa, pidiéndole con la mirada que interviniera. Pero Fabio se limitó a asentir y le pidió que hiciera lo que le pedía el fotógrafo.
Al ver que no podía salir de aquello sin ser desenmascarada, respiró hondo y así lo hizo.
Se sentó en el regazo de su "marido" y sonrió para la foto. Pero por dentro maldecía a todos los que estaban allí y se preguntaba sobre el acuerdo de no tener ningún contacto físico.
—Muy bien, ya para terminar pasemos al beso. —Dijo una vez más el fotógrafo.
—¡No! —Melisa rápidamente se negó, llamando la atención de todos hacia ella—. Es solo que... —Pensó en una excusa—. Mi marido sabe que soy muy tímida delante de la gente, asi que es mejor no tomarme fotos asi —se explicó en un tono dulce, lo que acabó haciendo creer al fotógrafo su historia.
—Está bien, lo siento si fui invasivo. Creo que las otras fotos quedaron geniales, asi que podemos terminar aquí, si estás de acuerdo.
Aliviada, Melisa respiró hondo y contó hasta diez mientras pensaba.
Finalmente, la pesadilla se había disipado.
Cuando la fotógrafo se fue, dejándolos solos a los tres, se dirigió hacia Fábio.
—Dijiste que no habría contacto intimo entre él y yo, ¿por qué dejaste que el hombre insinuara eso sin interferir? —preguntó indignada.
—No pude evitarlo, lo siento —se disculpó Fabio.
—Espera, ¿crees que sentarse en el regazo de otra persona es un contacto intimo? —preguntó Alex riendo.
—¡Si estás acostumbrado a sentarte en el regazo de otras personas, como si nada, ese no es mi problema! —dijo seriamente.
Lo que hizo que su rostro se pusiera rojo de ira. Ver que Fabio estaba conteniendo una sonrisa, debido a la insinuación de la mujer, lo llenó de ira.
—Mira, cómo me hablas, ¿me estás escuchando? No olvides que no puedes cuestionarme —dijo indignado mirándola.
—¿Cómo no? Si no interviniera, ¿tendría que besarlo? —cuestionó.
—¡Pero claro que no! ¿Crees que me rebajaría tanto? —dijo desdeñosamente. La miró de pies a cabeza,
—Bueno, ya sabes, yo tampoco me degradaría así nunca. —Dicho esto, Melisa salió del estudio, dejando atrás a los dos hombres.
—¿Viste su petulancia, Fabio? ¿Con quién cree que está hablando?
—No te lo tomes en serio, Alex, tiene razón en ser así. Le prometimos que no habría contacto físico entre ustedes, debimos haber asumido que esto sucedería en las fotos.
—No importa, será mejor que le recuerdes que no soy solo yo quien la necesita, asi que dile que baje la cabeza y corte las alitas que empiezan a aparecer, o si no, te juro que no responderé por mí mismo.
—¿Qué estás insinuando, Alex, estás amenazando con hacerle algo a su hija, en el hospital? —Fabio se sorprendió por el tono de voz del hombre.
—No, por supuesto que no. Pero si cree que, cuando su hija esté sana, podrá escapar de esto aquí, sepa que con mucho gusto la pondré en prisión. Entonces, quiero ver con quién terminará su hija.
—Alex, estás yendo demasiado lejos.
—¡No, no lo estoy! Sólo quiero que todos sepan su lugar aquí. Entonces, espero que esta sea la primera y la última vez que ella decida levantarme la voz.
Alex salió de allí de mal humor, pasando a Melisa, sin mirarla, quien estaba sorprendida por la forma en que estaba el hombre. Poco después vio que Fábio se acercaba con cara seria.
—Melisa, las fotos llegarán en una hora, así que esperemos, ¿vale? Por ahora, deberíamos hablar de algunas cosas.
—Pero no necesito esperar a que las fotos estén listas, no me importan. Necesito ir al hospital ahora.
—Lo siento, pero no podrás ir. El abuelo de Alexander llegará mañana y tenéis que poneros de acuerdo en algunas cosas para ser muy convincentes delante de él.
—¿Pero no dijiste que era solo memorizar cosas sobre él y él memorizar las mías?
—Tendremos que hacer más que eso si queremos tener éxito. Después de tomar las fotos, nos dirigiremos a la casa de Alex, para que puedas familiarizarte con el entorno. ¿Imagínate si su abuelo se diera cuenta de que usted nunca había estado en ese lugar? Te dará cuenta de que están mintiendo.
—Entiendo —dijo tragando secamente.
—Y hay una cosa más.
—¿Qué?
—Necesito que mantengas el control cuando estés cerca de él. Alexander es un hombre muy difícil de tratar y no está acostumbrado a que le contradigan. Si actúas con él de la misma manera que lo hacías por dentro, es posible que no tenga tanta paciencia como la tenía ahora.
—¿Me estás diciendo que la forma en que actuó conmigo hace un momento fue paciente?
—Créeme. Créeme, él te necesita, pero recuerda, tú también lo necesitas. No sólo ahora que tu hija está en el hospital, sino también después. Si no cumples con el acuerdo, él no tendrá ningún tipo de compasión por ti y querrá el dinero por los daños al auto, de todos modos, incluso si eso significa tener que ponerte tras las rejas, ¿entiendes??
La forma en que Fabio explicó las cosas asustó a Melisa.
Entonces, supuso que, si ella se había asustado por esto, de la manera más tranquila que él pudiera explicarlo, se desesperaría si escuchaba todo de la boca de Alex.
Por eso siempre utilizaba a Fabio como intermediario entre una conversación, ya que las palabras de Alex podían acabar con los sentimientos de cualquiera. Estaba segura de que, si se enojaba o si las cosas con su abuelo no funcionaban, ella pagaría todo.
Alex no tenía la más mínima compasión por nadie y nunca admitiría su error.
Era más fácil culpar a alguien más débil por el fracaso de cualquier cosa, y desafortunadamente, la persona más débil en ese momento era Melisa.
No le importaba si tenía una hija que dependía completamente de ella, o si prácticamente se veía obligada a aceptar su propuesta.
Alex no tendría ni la más remota piedad si algo no saliera como él había planeado.
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