Zahara intentó irse, pero Azael la detuvo, tomó su brazo.
—¡No me mientas! Sé que no hay ningún otro hombre, si hubiese cualquier otro, entonces nunca hubieses sido mía, sé que soy tu único, ¿Crees que no puedo leer tu cuerpo? ¿Sé que no puedo sentir que eres solo mía?
Ella quiso abofetearlo, pero èl detuvo su mano, acercándola a su cuerpo.
—¡Eres tan engreído! No has cambiado nada, piensas que soy tuya, piensas que eres lo màs importante en mi vida.
—¡Te amo, Zahara! Haré lo que sea por tu perdón.
Ella se acercó a él, pudo ver el rencor en sus ojos, brillando.
—¡Tú tienes la culpa de todo! Todo lo malo, todas mis desgracias han sido por amarte, pero nunca te amaré de nuevo, ¿Crees que esto me importa? Fue sexo, y la verdad, sì, muy buen sexo, pero nada màs, solo sirves para eso.
Azael se neg……
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