Andrea entro con los tacones la mano, los dejo cerca de la puerta y camino descalza, disfrutando de la suavidad de la alfombra, hasta la exquisita lampara de pie de la sala, prendió la luz y soltó un grito ahogado.
El tipo dormido en el sillón se despertó sobresaltado.
_¡Maldita sea, Javier! ¿Qué demonios haces aquí?
_¡Hola mi amor! ¿No te alegra verme? -le pregunto burlonamente y apuro el trago que tenia sobre la mesa de centro.
Andrea se insulto así misma al recordar que fue su idea darle una copia de las llaves.
_¡Demonios! ¿Te es muy difícil usar un estúpido porta vasos? –se agacho para arrebatarle el vaso y con muy mal talante le exigió que le devolviera las llaves– ¡Entregamelas! No quiero que vuelvas a entrar sin mi consentimiento.
_¿Que demonios te pasa, Andy? No se ni porque estas tan molesta.
_¿Porque? ¿Es enserio? –le grito exasperada– ¡Dame la llave!
Saco las llaves de la chaqueta de cuero y se las tendió, pero cuando se acerco la tomo en brazos mascullando entre dientes que él sabia lo que necesitaba.
_Porque no las sacas de mi bolsillo tu misma.
Andrea se debatió furiosa entre sus brazos y él la soltó intentando en vano cubrirse los golpes.
_¡Ya cálmate, maldición! ¡Estás loca!
_¡Eres un completo imbécil! –se aparto recomponiéndose la ropa.
_¿Sabes que? ¡Vete al diablo, loca! Antes eras divertida y ahora eres una amargada, por eso tuve que buscar a alguien mas. Ten tus malditas llaves –se las lanzo a la cara-. ¡Neurótica!
Las llaves cayeron al suelo con un tintineo, mientras Andrea, que no daba crédito a sus palabras, lo miraba recoger su chaqueta y salir dando un portazo.
Se agacho a recoger las llaves, las colgó y murmurando una retahíla de palabrotas se fue a su habitación.
¡Imbécil! ¿Quien se cree que es? —pensó— Se desnudo, tomo su camisón, entro al baño y cinco minutos después se metió a la cama con un suspiro.
La noche se fue en un parpadeo, pero no descanso nada. Rosy, su bendita Rosy, cuando bajo a desayunar ya tenia en la cafetera su cafe preferido, un omelet de claras con jamón y yogurt con frutos rojos, la amaba. La ducha fría despejo su cabeza, pero, el desayuno la volvió a la vida.
Llego temprano a la oficina, todavía faltaban 15 minutos para la hora de entrada y Nico ya estaba en su escritorio. Le dio los buenos días y entro detrás de ella a su oficina, tomo asiento y abrió la agenda electrónica.
_Tienes dos reuniones antes del medio día: Presupuestos y Nuevos Proyectos. Después, un almuerzo con el personal de ventas. Darío no estará en la reunión así que te corresponde a ti hacer los anuncios.
_Le dije a Darío que llamaría a Crystal, pero, si tengo la tarde libre, prefiero ir a verla.
_Tenias la tarde libre.
_¿Como que tenia? –le pregunto distraída sirviendo su delicioso café del termo a una taza.
_Hace 10 minutos, recibí una llamada de parte del Sr. Jorge Kuribreña, su asistente es muy intensa, ella no acepta un “no” por respuesta porque, eso significa decirle “no” a su jefe y a su jefe, no se le puede decir que no.
_ ¿Y eso quiere decir…?
_Que tuve que adelantar dos citas y reprogramar una tercera. Te espera mañana a las 04:00 p.m. en el Hotel Continental.
_¿En el Continental? Porque en un hotel, ¿que acaso no tiene sede en la ciudad?
_No. Cuando esta en la ciudad, todos sus asuntos los trata en el Penthouse del hotel.
_¡Demonios! No quiero ir a su habitación de hotel. Porque no lo llamas y le dices que lo veré aquí. Inventa una excusa, dile que tengo mucho trabajo.
_ El Sr. Kuribreña no aceptara venir aquí.
_¿Porque? ¿Quién es? El príncipe de Galés –Nico le puso los ojos en blanco– O mejor aun, cancela la cita.
_¿Que? -el rostro de su asistente palideció.
_Si, escuchaste bien. Lláma a su asistente y cancela la cita.
_¡¿Estas loca?! –al darse cuenta de lo que dijo se disculpo– ¡Perdón, jefa! No puedo hacer eso. Es uno de los miembros honorarios de la Asociación y además de eso es…
_¡Nico! ¡Cálmate! ¿Qué lo hace tan importante en esta ciudad? Yo no lo conozco, no tengo nada que ver con él.
_Jefa, ¡por Dios! Él podría desaparecer esta empresa con solo mover un dedo. Y yo, no encontraría trabajo ni de camarero en el barrio chino.
_Estas exagerando –Nico le volvió a poner los ojos en blanco.
_¡No lo hare! Despídeme si quieres, pero no lo hare.
_Ok, ok. Iré a esa cita, en su hotel. Ahora vete y comunícame con Crystal.
_¡Gracias, Jefa! Eres la mejor, por eso te amo.
Andrea puso los ojos en blanco y le señalo el reloj. Enseguida sonó el teléfono. Darío estaba con Crystal cuando la llamo. Había decidido quedarse con ella todo el día. El embarazo de su amiga era de alto riesgo y el doctor la tenia en reposo absoluto. Andrea iba a verla siempre que podía, Crystal la entendía y siempre le agradecía que buscara el tiempo para llamarla.
Eran ya las seis de la tarde cuando pudo tomarse un respiro y estirarse, el trabajo siempre se complicaba cuando su hermano no estaba. Las obligaciones siempre recaían sobre ella, a pesar de tener un asistente y un vicepresidente. No obstante, no se quejaba y agradecía tener tanto trabajo, porque, eso significaba que la empresa iba bien y que todos los que dependían de ella estarían bien.
Recogió sus cosas y se despidió del personal con una sonrisa cansada. Llego a su apartamento y calentó la cena que Rosy le dejo en el horno. Ceno a gusto, acompañada de vino y música tranquila. Al terminar su lasaña suspiro de satisfacción, se sirvió mas vino y se dispuso a disfrutar de la merecida tranquilidad.
Era la primera vez en dos semanas que cenaba en casa, las había pasado entre reuniones de comité, cocteles, cenas de negocios, además de la cena familiar todos los jueves.
Termino su copa y se fue a la sala, no supo en que momento tomo su portátil y en cuestión de minutos estaba stalkeando las r************* de cierto inversionista alto y atractivo que no dejaba de rondarle la cabeza.
Sabia que lo conocía, pero no era reciente y no le gustaba demasiado hurgar en su pasado, era doloroso recordar.
Se dijo que era necesario estar preparada para su encuentro con él al día siguiente. Suspiró con frustración antes de verter en la copa, lo que quedaba de la botella. No había mucha información sobre el tipo, unos cuantos reportajes y fotos corporativas. A Kuribreña solo se le mencionaba como m*****o honorario de la asociación. En los blogs de finanzas se mencionaban sus proezas financieras y los reportajes se acompañaban de fotografías tomadas desde lejos. No existían r************* personales.
Al día siguiente, estaba en el baño de su oficina retocando su maquillaje y ajustando su ropa. Por la mañana había tardado mucho tiempo en elegir su atuendo. Falda larga tipo lápiz en n***o, blusa blanca con escote bajo que se combinaban con un chaleco y una chaqueta tipo sastre, zapatos altos. Su cabello largo caía en ondas naturales de color castaño. Le gustaba lucir profesional y la elegancia de venia de familia, pero ese día, además, se veía sexy.
Lo sabía, era hermosa y tenia muchos pretendientes, no necesitaba un magnate extranjero y aun así, se vistió para él.
El lujoso auto n***o llego a las 03:30 en punto. No sabía que irían a recogerla y se lo cuestiono a Nico, quien junto las manos y le suplico. Entro al auto decidida a terminar de una vez por todas el asunto.
No tenia idea de lo que ese hombre quería hablar con ella, pero no estaban vinculados de ninguna manera a excepción de la Asociación y eso no la obligaba a rendirle pleitesía.
Al llegar, la hicieron pasar enseguida a un lujoso vestívulo. Unos minutos después, salió una chica rubia, alta, delgada, bien vestida y muy profesional. Se disculpo por la tardanza y le pido de favor que la siguiera. Accesaron a una amplia sala con tres escritorios de cada lado y había, por lo menos, unas ocho personas afanadas sobre modernos equipos de computo. Enseguida se abrió otra puerta y Andrea se sorprendió al ver salir a Darío y él también se sorprendió al verla. Con expresión de desesperación miro al hombre que estaba de pie unos pasos mas atrás.
_No se que demonios haces aquí, pero tenemos que irnos enseguida -mascullo enojado y la sujeto con fuerza por el brazo.
Andrea no sabia que estaba pasando y se sorprendió cuando un guardia de seguridad les bloqueo el paso. Darío intento rodearlo pero el tipo se movió en la misma dirección. La asistente se acerco y con exceso de amabilidad los insto a entrar en la habitación.
_Sr. y Señorita Franco, por favor síganme. El Sr. Kuribreña los espera.
Darío se quedo parado unos segundos y Andrea sintió que el agarre sobre su brazo se hacia mas fuerte.
_¿Que esta pasando, Darío? ¿Tienes algún problema con estas personas? –no dijo una sola palabra y poco a poco se giro en dirección hacia la habitación de la que había salido.
La puerta se cerro detrás de ellos y ella pudo ver una habitación muy amplia y bien iluminada. En una esquina había un enorme escritorio de madera y cristal, una silla de oficina muy grande y frente a este, dos cómodas sillas. Contra la pared, dos sofá y tres sillones haciendo juego con la decoración, y al final, una puerta de madera noble de doble hoja.
Además de Jorge Kuribreña, estaba la asistente que se afanaba sobre su ipad y se ubicaba a unos cuantos pasos detrás de su jefe. En la sala, dos personas con pinta de abogados revisaban unos documentos.
_Srita. Franco, si es tan amable de sentarse frente a mi escritorio. Su hermano tiene algunos detalles que finiquitar con los abogados y luego se unirá a nosotros.
Waiting for the first comment……
Please log in to leave a comment.