LA REFLEXION DE KEVIN

Prisionera de un Amor Mi vida en Hamburgo, Alemania, siempre fue un sueño. Recién graduada, con la esperanza de ingresar a una de las mejores universidades de la ciudad, me sentía llena de vida y expectativas. Mi familia, compuesta por mis tres hermanos y mis padres, siempre me proporcionó todo lo que deseaba. O al menos eso creía.El día que dije “sí, acepto” en el altar, sentí como si todas las emociones se desvanecieran de mi vida. Como si hubiera firmado un contrato que me obligaba a renunciar a mis sueños y aspiraciones. Mi padre, un hombre ambicioso, siempre buscaba más. Su objetivo era alcanzar la cima de la economía, sin importarle nada más. A medida que acumulaba más riquezas, parecía olvidarse de mí.