Sería una noche especial, Andrea tenia esa sensación desde que abrió los ojos por la mañana. Y esa también sería su primera vez como coanfitriona en uno de los muchos eventos que organizaba la Asociación de Empresarios a la que toda su familia pertenecía.
Darío la llevaba casi a rastras porque se resistiría a acompañarlo. Sabía por experiencia que iba a presentarle a otro de sus amigos de la universidad. Andrea estaba hasta la coronilla de que un día si y el otro también, le estuvieran buscando pretendientes.
_Andrea. Te presento al Sr. Jorge Kuribreña.
El tipo alto se volvió lentamente y pudo ver un rostro muy atractivo que le resulto demasiado familiar. El extendió el brazo y le ofreció la mano, atontada sin poder articular un saludo coherente tomo su mano y una corriente eléctrica se desplazo por todo su cuerpo debilitando sus piernas.
_Es un placer, Andrea – quiso retirar la mano, pero él se la retuvo – ¿Se siente bien? Se ha puesto algo pálida.
_¡Lo siento, Jorge! No se que le pasa, normalmente no es tan tímida.
Andrea fulmino con la mirada a Darío Franco. Y luego miro al tipo que se había adueñado de su mano.
_No me pasa nada, estoy bien Sr. Kuribreña.
_”Jorge”. Si me haces el favor –le libero la mano sin dejar de mirarla, la hacia sentir. incomoda y él se deleito con la situación.
_Jorge. ¿Y a que se dedica, Jorge?
Darío estaba pidiendo tres copas y cuando escucho la pregunta, Andrea se le antojo grosera y mientras le entregaba la copa, la reprendía en tono divertido.
_¡Andrea, por favor! Estamos en un coctel de la Asociación de Empresarios e Inversionistas Internacionales, ¿a que crees que se dedica? Jorge Kuribreña es… -se calló cuando Kuribreña le puso la mano en el hombro y una fugaz mueca de dolor cruzo su cara, afortunadamente Andrea parecía distraída y no estaba prestando atención.
_Comprendo su desconfianza, Srita. Franco.
_”Andrea” –le dijo ella imitándolo. Miro de reojo a Darío. ¿Estaba tenso o era su imaginación?
_Entonces, Andrea, soy inversionista mas que empresario; sin embargo, la mayoría de mis inversiones están en el extranjero.
_Y has venido aquí en busca de nuevas oportunidades de inversión, supongo.
_Podría decirse que si.
_Darío, querido –le dijo al verlo cambiar el peso de un pie al otro con impaciencia– ¿Podrías llamar a casa y ver que todo este en orden?
_Esta bien –se alejó, pero regreso enseguida-. De hecho, creo que me iré a casa. Ya cumplí con hacer acto de presencia. ¿Puedes irte sola?
_No te preocupes –se acerco a besarla en la mejilla y ella le devolvió el beso– Dale un beso a Crystal de mi parte y dile que la llamare mañana.
_Le alegrara mucho que lo hagas –se volvió y le ofreció la mano a Jorge– Mi asistente llamara mañana a tu oficina para concertar la cita. Ha sido un gusto volver a vernos y gracias.
_Perfecto Darío, no te preocupes. Estamos en contacto.
Ambos se quedaron mirando en la misma dirección hasta que lo vieron salir por la puerta. Al desviar la vista los ojos de ambos se encontraron y un silencio incomodo lleno el espacio. Andrea quería decir algo, pero no se le ocurría nada y él tampoco puso mucho de su parte. Salvados por la campana cuando una mujer mayor pero muy elegante se acerco.
_¡Andrea, preciosa! –la mujer la abrazo y la beso en ambas mejillas, ella devolvió el abrazo y los besos- Eres una niña mala, te acusare con tu madre.
_Angélica, te busque, pero, eres una mujer muy solicitada.
_¡Tonterías! –reparo en la presencia alta y oscura que tenia al lado– ¡Oh, por Dios! Eres Jorge Kuribreña, ¿cierto?
_A sus ordenes Señora –le tomo la mano y le beso el dorso. Ella se inclino hacia Andrea y le murmuro algo al oído, no tan bajo, ya que Jorge pudo escucharla con claridad.
_Es tan galante como su padre, pero, espero que no tan libertino –después se dirigió a él con una enorme y picara sonrisa-. Lamento mucho tener que privarlo de la presencia de la Srita. Franco, pero ella es m*****o del comité de bienvenida y tenemos que atender a nuestros invitados internacionales.
_No hay ningún problema.
Andrea se despidió de él con un simple asentimiento de cabeza y se alejo del brazo de la anfitriona. Jorge suspiro al verla de espaldas, el vestido entallado de color azul marino delineaba perfectamente la silueta esbelta de su enemiga. Andrea Franco siempre fue astuta y ahora desconfiada también. Sin embargo, no era un problema para él, simplemente no seria tan fácil como pensó. Pero mejor, siempre disfrutaba mas la victoria si el enemigo presentaba batalla.
_El Sr. Kuribreña no estaba incluido en la lista de invitados internacionales –le comento a la anfitriona antes de llegar al grupo de personal al que se dirigían.
_No, querida -negó con una sonrisa mientras seguían avanzando asintiendo y sonriendo a la mar de gente con la que se cruzaban–. No tendría por que estarlo.
_No comprendo. No sera un aparecido.
_Andrea, cariño –hizo una pausa y se sonrió– ¡Jorge Kuribreña un aparecido! –le sonrió comprensiva apretando la mano que llevaba sujeta bajo el brazo- Es comprensible, hace muy poco que estas sustituyendo a tu madre en la asociación. Jorge, es uno de nuestros delegados en el extranjero y es m*****o de la asociación desde hace mucho tiempo al igual que su padre.
_¡Oh, vaya! No tenia idea –se giro para verlo. Estaba hablando con varias personas, al verla, levanto la copa y la saludo, ella hizo una mueca apenada porque la descubrió observándolo. Algo ruboriza regreso su atención hacia el grupo de personas con las que Angelica estaba conversando.
Horas después, estaba exhausta. En mala hora acepto sustituir a su madre, aunque en realidad, no es que hubiese tenido muchas opciones. Estaba esperando a los Curiel, ya que ellos quedaron de llevarla a casa. Odiaba salir sin su auto, porque entonces tenia que depender de alguien mas, y ni siquiera podía pedir un taxi, cuando se lo comento a Angélica puso el grito en el cielo y estaba tan escandalizada que no tuvo mas remedio que aceptar que la llevaran.
El chico del valet le aviso que la esperaban en la puerta, sonrió aliviada. No había nadie afuera, solo el chico que sostenía la puerta abierta de un coche n***o. El interior estaba completamente en penumbra, no se sentía muy segura de entrar y no recordaba que clase de auto tenían los anfitriones.
_¿Hay algún problema, Señorita Franco?
_No lo sé. ¿Este es el coche que me espera?
_Si Señorita.
Miro a ambos lados del lugar que estaba desierto. Volvió a mirar el auto que tenia todos los vidrios polarizados, no lo veía, pero sabia que alguien adentro la estaba mirando y la sensación era tan intensa que se sentía abrumada. Estaba haciendo el tonto, afuera, parada, esperando. Al final se cuadro de hombros y avanzo hacia la puerta abierta del coche, se sentó primero y después metió las piernas, el vestido dejo al descubierto casi por completo su pierna izquierda debido al escote lateral.
_¡Buenas noches, Señorita Franco! –
el coche avanzo en cuanto el hombre dio la orden.
_Sr. Kuribreña – su voz profunda la había sobre saltado, pero se recompuso enseguida.
_El Sr. y la Sra. Curiel me preguntaron si podía llevarla hasta su casa.
_No era necesario que se molestara.
La miro, pero no dijo nada. ¿Se habría ofendido? ¿debería pedirle una disculpa? Había sido algo grosera, pero no sabia porque ese hombre la irritaba. Era muy atractivo, no podía molestarle eso, ¿o sí? o era su reacción natural a la actitud arrogante que el usaba con ella. El auto paro y la puerta se abrió, antes que saliera el se aclaro la garganta y ella se detuvo.
_Mi asistente la llamara mañana, necesitamos hablar.
_Le diré a mi asistente que se ponga de acuerdo con el suyo. Gracias por traerme a casa –hizo ademan de salir, pero luego se volvió a mirarlo y le djó-: Es curioso que no me preguntaran la dirección. ¡Que pase buena noche, Sr. Kuribreña!
Salió del auto sin esperar respuesta, le dio las gracias al chofer y entro en su edificio donde el portero ya tenia la puerta abierta para ella, despues de darle las buenas noches se fue directo al ascensor.
El auto n***o arranco en cuanto dio la orden al chofer, pero no hasta asegurarse de que Andrea estaba en su departamento.
Duerme bien mientras puedas pequeña zorrita, porque mañana comienza la cuenta regresiva – pensó y sonrió para sus adentros. Al levantar la vista, sorprendió a su chofer mirándolo con expresión asustada. Cerro la ventana interior, no le gustaba que la gente lo mirara, había visto infinidad de veces la misma expresión asustada en las personas. No sonríe casi nunca, pero cuando lo hace, parece que ven al diablo.
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