Allie Hamilton:
Gruñi molesta y golpeé la mesa de trabajo. —Me voy a volver loca con tantas cosas que hacer —dije mirando la pila de documentos que aún faltaban por revisar.
Quién se creía esa tal Vanessa, era sin duda toda una jefa excepcional, sin ella esta compañía no sería tan exitosa como lo es hoy, pero enserio, ¿porqué era la única trabajando hasta tarde?, ¿era alguna especie de castigo o algo así?
Negué, me levanté de la silla, eran pasadas las siete y mi turno de trabajo terminó hace dos horas. "Terminaré más tarde", pensé, "iré a la oficina de Vanessa y me excusaré o algo..." Pero entonces vi que alguien se acercaba por el rabillo del ojo. Me di la vuelta y la vi venir hacia mí.
—Vanessa yo... —Empecé diciendo.
Ella me observó con molestia y me detuvo de hablar —Por qué te quejas, eres la única que sigue aquí, ¡termina eso rápido, que lo necesito para mañana! —dijo molesta.
La miré sorprendida —¡Qué!... por qué me pusiste todo el trabajo a mi. —Exigí también molesta.
Vanessa no se quedó atrás sus ojos echaban chispas —Allie, termina con tu labor.
Me levanté y empecé a recoger mis cosas. —Lo terminaré mañana, además de que mi turno terminó a las cinco, tengo un compromiso importante, debo llegar a la cena con mi novio.
Ella me miró molesta, no sabía por qué me odiaba tanto. —Sí sales sin terminar, estás despedida. —Me advirtió.
Me quedé con la boca abierta por un momento, quise ser amable pero el enojo me ganó. —¿Porque eres tan cruel conmigo?, trabajo más que todos —le dije.
Vanessa lanzó una carcajada. —Cínica, ¿todavía me preguntas?, quieres meterte con mi novio pero déjame decirte que él es solo mío.
—¿Novio?.
Pero esta mujer que tenía en la cabeza, aunque no la culpaba. Alejandro su pareja y su socio en esta empresa coqueteaba hasta con los armarios, una vez casi me besó pero lo detuve. Fui tan tonta, por esto mi jefa me odiaba.
—Escucha Vanessa, no quiero nada con Alejandro.
Ella me detuvo levantando una mano. —La verdad no me importan tus excusas, termina rápido y agradece que no te echo. Alejandro te quiere aquí —dijo con enojo.
¿Me quería a mí?, o a mis piernas. Negué. —Pues no importa Vanessa esto ya es suficiente, ¡renunció!, así tendremos el camino libre las dos —dije tomando mis cosas. Pensé que vería enojo en su mirada pero en su rostro había una sonrisa astuta.
Negué y salí cuanto antes de allí, no era sano trabajar en un lugar así y más si uno de tus jefes te quería solo para sexo, pero me prometía que no me volvería a pasar.
Una vez salí de esa empresa, con una caja con mis pertenencias fue cuando todo se asentó. —No puede ser... me quedé sin trabajo y ¿ahora qué? —pregunté en silencio, mientras el taxi me llevaba a mi departamento.
Suspiré, por hoy no pensaré en nada disfrutaré de la cena con mi pareja y mañana buscaré un nuevo trabajo.
El conductor me llevó a mi destino, me bajé y le pagué, luego comencé a caminar con una sonrisa en mi rostro. ¡Como extrañaba a Nate!, en el último mes no tuve tiempo para verlo en las noches y todo por mi estúpida jefe Vanessa pero bueno ya todo se arreglaría, tendría más tiempo para mi novio y no solo los domingos porque hasta los sábados tenía que trabajar pero en fin eso es pasado.
Subí ansiosa al ascensor, él me esperaba a las seis y llegué una hora después pero era algo que arreglaría.
Además creó que hoy sería diferente, Nate se había visto muy nervioso estos días y suponía que se trataba de algo que esperé por mucho tiempo, él me pediría por fin matrimonio.
Antes de que se cerrara el ascensor alguien detuvo las puertas.
—Detén el ascensor, por favor —dijo una chica de mi edad bastante hermosa, le sonreí.
—¿Vienes apurada? —Pregunté cuando entró. Nunca la había visto en el edificio y llevaba también comida.
Ella sonríe. —Sí, iré a ver a mi novio, resulta que su hermana hoy no está, así que debo aprovechar —dijo con picardía.
Me reí. —Entiendo, gracias a Dios mi pareja no tiene hermanas, lo tengo todo el tiempo para mi.
Ella hizo un puchero pero igual sonrío. —Te envidio.
Me reí y en ese momento el ascensor se detuvo en mi piso, iba a salir pero la chica se me adelantó
—Tal vez te vea otra vez, debo irme, gracias por todo —dijo ella animadamente y se adelantó.
Negué y sonreí, pensé darle una sorpresa y decirle que también me quedaba aquí pero entonces ella se detuvo junto a la puerta de mi apartamento.
—¡Qué! —Me escondí en la esquina de una pared.
En eso se abrió la puerta y Nate salió con una sonrisa en sus labios. —Cariño —dijo él acercándose y la chica se lanzó a sus brazos para besarlo.
Me quedé sin habla por un instante, pero qué diablos, ¿qué estaba haciendo Nate?. El dolor llegó primero a mi corazón, luego vinieron los aguijones de la traición que se clavaron profundo, ¡quién se creía! y en mi propia casa.
En la bruma de la ira escuché a Nate decirle a la chica. —Entra, ella llega tarde hoy. —La tomó de la mano y la hizo entrar.
Me acerqué una vez la puerta se cerró y miles de lágrimas cayeron en mis mejillas. Dejé a mi familia en otra ciudad para vivir con él y me hace esto...
— Idiota —dije llorando y me acerqué a la puerta para golpearla fuerte.
Escuché pasos acercarse y entonces Nate abrió, cuando me vio, el color se fue de sus mejillas. —¡Allie!, ¡qué haces aquí!, creí que llegarías más tarde —dijo nervioso.
Sin esperar levanté mi mano y le di una fuerte cachetada, el golpe lo empujó hacia atrás e inmediatamente se tocó su mejilla. Él me observó sorprendido —Allie....
No lo dejé hablar. —Te aprovechaste de mis llegadas tarde para verte con tu amante. —Me detuve y lo miré con furia—. Eres un malnacido.
Nate no podía negar nada de lo que vieron mis ojos, sabía que estaba enterada de todo. —Déjame te explico —dijo él.
—No hay nada que explicar —dije empujándolo para entrar.
Entonces vi a la chica del ascensor muy cómoda en uno de los sofás, cuando me vio frunció su ceño —¡Qué haces aquí! —preguntó confundida.
Mi mano temblaba del enojo pero aún tuve fuerza para levantarla y decirle. —Sal de mi casa ahora —dije con dientes apretados.
— Pero qué... —dijo ella confundida levantándose del sofá para acercarse a Nate. —Qué sucede cariño. —Preguntó la muy cínica.
No lo dejé hablar. —Lo que sucede es que mi novio estuvo engañándome mientras yo me mataba la espalda trabajando.
La chica se alejó de Nate. —Yo... no sabía —dijo mirándome a mi y luego a él—. Me dijo que vivía con su hermana.
Negué, increíble de novia pasé a hermana. —¿Acaso no viste todas las fotos que tenemos juntos?, están en toda la casa... —Me detuve y observé las paredes vacías.
Miré a Nate más enojada. —Tuviste suficiente tiempo para quitarlas y volverlas a poner, ¿no?.
—Allie déjame explicarte. —Él intentó acercarse y la chica lo observó dolida.
Como sea, este no era mi problema. —Salgan de mi casa ahora mismo —les grité.
Nate me observó sorprendido. —Pero la casa es de los dos.
Negué, ¿cómo podía ser tan descarado?, gracias a Dios que no me casé con él y me di cuenta antes. —Fui yo la que pagué este apartamento, las facturas y la comida... —No seguí hablando.
Este hombre era un mantenido, ¿cómo me dejé cegar tan fácilmente?. Continué. —Ahora fuera los dos, necesito hacer una limpieza a profundidad —dije pensando en las sábanas que compartiamos, aunque las cambiara la esencia de esa mujer estaría allí.
—Allie por favor —dijo Nate suplicante.
—Ahora dile a tu familia porque terminamos, sí le dices lo contrario ya sabes lo que pasará. —Le advertí.
La mujer del ascensor intentó excusarse. —Yo... Lo siento —dijo saliendo de la casa.
—Ve tras esa zorra, perro sarnoso —le grité con rabia.
—Allie... —Mi nombre en sus labios ya no me inspiraba amor o excitación, solo enojo puro. Lo tomé el brazo y lo llevé a la salida.
—Por favor hablemos, ¿sí?. —Me dijo una vez estuvo afuera.
No le di la oportunidad y cerré la puerta en su cara, ya todo estaba más que claro. Me alejé y me senté en el suelo porque no me atreví a ir a la cama o a los sillones, no sabía dónde habían tenido relaciones. Negué molesta y lloré en silencio.
Qué día de mierda tuve, me despidieron de mi trabajo, Nate me fue infiel, ¿ahora qué?
—¡Maldición! —dije tomando un cojín del sofá y lo arrojé con furia contra la pared. Negué —no puedo quedarme aquí, tengo que salir.
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