Leonard Skarosky.
Luego que mandé a sacar a Christian, le coloco de nuevo el oxígeno y estabilizo a Lynda. Suspiro con impotencia al darme cuenta de su estado. Sufrió fractura en la columna vertebral, a nivel de la región lumbar, por lo cual en el futuro pudiesen verse afectada una o ambas piernas, necesitaría rehabilitación para volver a caminar.
Mientras veía como la alejaban sentía una profunda tristeza, ella me recordaba tanto a mi hermana, y ahora que había recuperado algo de ella no quería perderla, haría todo lo posible por salvarla.
En ese momento, sentir las puertas, abrirse con violencia de par en par, al girarme, vi a mi hermano Salvatore entrar.
—¿Dónde está Lynda? —preguntó con voz seria.
—Se la han llevado a tratar ciertas lesiones en su cuerpo, debemos lograr estabilizarla —respondí, sin poder dejar de sentir cierto remordimiento por lo que le acababa de hacer a Christian, lo destruí, sin embargo, era él o mi sobrina, y por supuesto que estaba en todo mi derecho de escogerla a ella.
—Deben salvarla Leo, es necesario que hagan lo imposible por estabilizar su salud y recuperarla, porque de morir Lynda el trono le correspondería a Lynnet y si eso pasa, ¡No voy a entregárselo jamás! No pondré en riesgo la estabilidad de Balaica al ponerlo en manos de un ser humano tan despreciable con ella. No me importa si para proteger a mi pueblo debo mentir y hacer cuanto sea necesario, siempre debe buscarse el bien mayor. Si Lynda no se salva, entonces se mantendrá oculto para siempre el paradero de Margareth —Salvatore suspiró, mirándome con una expresión de frialdad, sin dejar de observar mi reacción—. ¿Quién sabe de todo lo sucedido?
Suspiré y justo en ese preciso momento, cuando pensaba responderle, entró Isaac, por la puerta por donde habían sacado a Lynda, y sin percatarse de la presencia de Salvatore, comenzó a reclamarme.
—¿Cómo fuiste capaz de hacer eso, Leonard? ¿Cómo le dijiste que Lynda había muerto? Aunque no quieras creerlo, Christian la ama, es capaz de enloquecer con ese noticia, has sido muy cruel ¿Cómo puedes mentir a sangre fría? —me recriminó Isaac.
Sin embargo, la respuesta no le llegó de mis labios, sino del lado derecho de la habitación, abriendo los ojos de par en par al ver a mi hermano, el príncipe Salvatore, el primero en la línea de sucesiones.
—¿Te parece bien lo que él hizo? Hacer sufrir a mi sobrina, tirarla desde el balcón, haciéndola casi perder la vida, ¡La intentó asesinar! ¿Eso te parece bien? —espetó mi hermano con seriedad, sin un ápice de piedad en su rostro.
Observé a Isaac un poco intimidado, sin embargo, no se quedó callado, y respondió a sus palabras-
—Conozco lo suficiente a Christian… no sería capaz de asesinar a nadie y menos a ella —pronunció con convicción, aunque con un ligero tono de voz.
—Pues, les tocará reunir pruebas en su defensa, porque soy muy inquisitivo, para mí todo el mundo es culpable, hasta poder demostrar la inocencia, por eso Christian Goldman va a refundirse en la cárcel, por el homicidio en contra de Lynda Johnson, su esposa —declaró Salvatore con altivez.
—Pero ella no está muerta…—se quedó callado al ver nuestra seriedad y de repente sus ojos se tornaron de un ligero brillo antes de continuar —¿Piensan acusarlo de homicidio? ¿Aun cuando está viva? Eso es demasiado cruel, no pueden hacer eso. Leo, tú no eres así
Invocó mi buena fe, pero yo me mantenía imperturbable ante sus palabras, no podía dejarme convencer por ellas, él no podía mirar la situación como lo hacíamos nosotros, que lo veíamos global y fuimos criados para favorecer el bien común por encima de intereses.
—¿Quién dice que no lo está? ¿Tú lo vas a decir? Porque si lo dices por la chica que está allí adentro, ella no es Lynda Johnson, sino Lynda Isabella Skarosky, la única hija de Margareth ¿Quién eres tú para debatirnos a nosotros? Si te digo que la esposa de Christian murió al caer de ese balcón, es porque ella está muerta y punto —. Agregó con severidad mi hermano, dejando a Isaac con una expresión, no sabría decir si de tristeza, miedo.
—En algún momento de mi vida los admiré, más ahora solo siento una profunda tristeza y dolor, dolor por Christian, porque no puedo entender como ustedes pueden ser tan crueles para arruinarle la vida —dicho eso salió, dejándonos a cada uno sumidos en nuestros propios pensamientos.
«Nunca intentes ganar por la fuerza lo que puede ser ganado por la mentira». Nicolás Maquiavelo.
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