Maddison escuchaba con atención las palabras del médico, sin embargo, cuando lo escuchaba hablar sentía sus esperanzas hundirse.
—Como bien sabe debemos utilizar medicamentos para aumentar el nivel de las proteínas y así permitan el movimiento.
» La mejor opción para tratar la atrofia muscular espinal de su hijo es el medicamento Zolgensma, con este tratamiento genético se busca reparar los genes para que sean capaces de producir esas proteínas en cantidades normales. Mientras más rápido realicemos este tratamiento, mejores serán los resultados —señaló el doctor Hallo.
—Entonces pónganselo doctor, yo buscaré la manera de encontrar el dinero, pediré el préstamo a una entidad bancaria, pero mi hijo debe tener ese tratamiento —expresó con un tono de angustia al punto del llanto.
—Señora, ese tratamiento es demasiado costoso, no creo que ninguna entidad bancaria le conceda ese préstamo, tal vez podría solicitarlo a alguna fundación de ayuda —señaló el médico, sintiendo pesar por la joven mujer.
—Doctor no importa si tengo que trabajar día y noche, ¿Cuánto es costoso? ¿Cincuenta, cien mil dólares? —preguntó ya molesta, por la poca credibilidad del médico hacia ella.
—Maddison, el costo del medicamento son casi dos millones de dólares —informó el médico y la joven abrió los ojos de par en par mientras su rostro palidecía.
—¡¿Dos millones de dólares?! —preguntó incrédula con un tenue tono de voz, y enseguida las lágrimas empezaron a correr por su rostro—. Yo no tengo ese dinero ¡Por Dios! ¿De dónde voy a sacar todo ese montón de plata? ¡Es imposible! —expuso con desesperación, dejando escapar un fuerte sollozo—. Mi hijo se va a morir y no podré hacer nada para salvarlo —expresó cubriendo su boca tratando de contenerse, mientras su cuerpo convulsionaba producto del llanto.
Salió de allí con su niño en brazos, teniendo la sensación de que el cielo estaba cayendo en pedazos encima de su cabeza y no podía hacer nada para resguardarse.
Llegó al apartamento donde vivía, hecha un mar de lágrimas, era imposible para ella mantener su tranquilidad, cuando veía a su hijo en ese estado y no podía hacer nada, no tenía idea donde encontrar el dinero.
Cuando entró a la sala, vio a su amiga Ann, quien gentilmente y por caridad le había alquilado una habitación en su casa, colocando una comida en la mesa; al darse cuenta de su llegada, dejó de hacer lo que estaba haciendo y salió corriendo a su encuentro.
—¿Qué pasó Maddy? ¿Qué te dijo el médico? —preguntó con una evidente expresión de preocupación, mientras le quitaba al pequeño de los brazos para cargarlo ella.
Maddy solo estaba privada llorando, sus sollozos eran sonoros, su pecho subía y bajaba producto del hipeo y casi no podía respirar, intentaba hablar, pero estaba tan desconsolada que le era difícil gesticular palabras. El bebé comenzó a llorar también.
—¡Cálmate Maddy! Estás poniendo nervioso a Patrick —como vio que era imposible calmar a su amiga le dio un ultimátum—. ¡Voy a darte un par de cachetadas! Si no logras tranquilizarte.
Maddy fue calmándose poco a poco, solo se escuchaba un hipeo cada cierto tiempo.
—Anne, mi hijo va a morir, porque no tengo dos millones de dólares para su tratamiento ¿De dónde los saco? Ni aunque vendiera mi cuerpo todos los días, lograría reunir esa cantidad de dinero, la vida es demasiado injusta —se dejó caer en una de las sillas del comedor mientras sostenía su cabeza entre las manos.
Anne por un momento se mantuvo en silencio, con su corazón comprimido, vio al pequeño en sus brazos y le dio una profunda tristeza, saber que podía dejar de ver ese dulce e inocente rostro, conocía del sacrificio hecho por su amiga, lo que muy pocas mujeres hubiesen aceptado.
—Podemos hacer una vendimia, una colecta, pudiéramos...—propuso, tratando de encontrar una solución, no obstante, terminó guardando silencio, ante lo absurdo de su propuesta, porque quizás eso no garantizaba nada, era imposible conseguir tanto dinero de esa forma.
Maddy observó a su hijo y este le devolvió una leve sonrisa, calentando de inmediato su corazón, se acercó a él y pasó sus manos por la cabeza en un gesto cariñoso, allí encontró la fuerza necesaria, cambió su actitud.
—Voy a llamar a varias fundaciones a ver si pueden ayudarme, quizás hoy mismo pueda visitarlas —caminó Maddy de repente más animada, como si hubiese recibido una ración de vitalidad. Tomó su celular y empezó a marcar a dos de las fundaciones que podían dar ese tipo de apoyo.
Preparó los informes, un estudio socioeconómico que le habían realizado unos días atrás y salió del apartamento, su amiga quiso acompañarla, incluso se movilizaron en su automóvil. Fueron a un centro de fotocopiado, sacaron copias de todos los documentos y armaron tres carpetas; sin embargo, un par de horas después, la realidad la bañó con un recipiente de agua fría, no podían garantizarle la ayuda por esa cantidad y mucho menos a corto plazo.
Salió de la última fundación, con los ánimos por los suelos, caminó con su amiga, hasta un pequeño parque y allí se sentaron, por un rato ninguna habló.
—A veces me pregunto ¿Qué hice para merecer todas las cosas malas que caen continuamente sobre mí? Anne nunca he podido estar en paz, mi vida siempre ha estado marcada por la desgracia.
» Una madre prostituta y drogadicta, un padre micro traficante, una abuela proxeneta y un maldito desgraciado quien destruyó mi inocencia ¿Y ahora cuando creo tener un poco de luz en mi porquería de existencia, la vida quiere arrebatármelo?
» Perderé a mi hijo y no puedo luchar contra esto, me sentaré a ver cómo esa enfermedad lo va acabando y me lo va arrancando de los brazos —se levantó y golpeó un árbol con fuerza, sin importarle cuánto dañaba sus manos.
—Ya basta Maddy, tengo una solución y quizás pierda tu respeto, pese a ello, voy a decirte en lo que trabajo —Anne se aclaró la voz, tratando de ganar un poco de tiempo para hacer su confesión—. Tengo una agencia, en dónde le facilito damas de compañía a hombres con mucho dinero y poder —los ojos de Maddy se abrieron de par en par con horror.
—¡Por Dios Anne! ¡Vivo con una proxeneta! —exclamó llevando la mano a su boca producto de la sorpresa.
—¡No Maddy! Compara, pero no ofendas. Yo no soy una proxeneta, yo solo recibo a chicas jóvenes que tienen necesidades o alguna emergencia económica y las incluyo en mi catálogo, les practico exámenes médicos, le mando a hacer análisis socio familiares y de allí cuando uno de mis clientes me piden alguna compañía se las muestro. Ellas reciben su paga y ellos me dan la mía.
—Eso es la definición clara de un proxeneta, recibes un beneficio económico por la prostitución de una chica —afirmó con molestia.
—No es así, porque no es que ellas se van a ir con cualquiera, su protector es siempre el mismo mientras ellas quieran seguir en esto, yo no las obligo y si vas a juzgarme entonces no te doy ninguna solución y ve como lidias con el problema de Patrick —manifestó molesta, empezando a alejarse.
Maddy suspiró con frustración y corrió tras de ella, la tomó por el brazo.
—Dime, ¿Cuál es tu propuesta? Yo estoy dispuesta a todo —expresó con convicción.
—Puedo ofrecerte a un cliente, sin embargo, para poder obtener la cantidad de dinero necesaria podemos mentir y decir que eres virgen —Maddy abrió los ojos desorbitantes.
—¡Por Dios Anne! ¿Te volviste loca? ¿Cómo engañar a un tipo de esa manera? Cuando me acueste con él se va a dar cuenta de la mentira —debatió Maddy ante la propuesta alocada de su amiga.
—Hay algunas sustancias en el mercado que dan la sensación de mayor estrechez, además técnicamente eres virgen, porque nunca te has acostado con nadie, tu única relación s****l, fue el maldito ese ..—al ver el rostro pálido de Maddy, prefirió callar.
» Bueno tú sabes, voy a pedir el p**o adelantado, pero si se descubre la verdad deberás asumir toda la responsabilidad y eximirme a mí porque de no ser así, arruinarías mi reputación. La decisión es tuya Maddy yo no puedo hacer más de aquí ¿Lo tomas o lo dejas?
*****
Cinco días después
Jacob Walton, concluyó la reunión, sin despedirse de los presentes salió de la sala de reuniones camino a su despacho, segundos después apareció su secretaria, una señora de cincuenta años de edad, la había escogido así para evitar el coqueteo de mujeres más jóvenes.
—Loise, hazme el favor y llama a Anne, dile que me busque una compañía urgente, alguna de las chicas que contactó con anterioridad —mencionó en tono frío como si estuviese hablando del tiempo —. Ya puedes retirarte.
Minutos después entró la secretaria.
—Señor Walton, la señorita Anne está al teléfono —informó la mujer un poco nerviosa.
Tomó el teléfono y atendió la llamada.
—¿Qué quieres? ¿Para qué pides comunicarte conmigo? ¿Qué tan difícil se te hace cumplir una orden? —preguntó en tono gélido.
La mujer al otro lado de la línea sintió temblar su cuerpo ante la magnitud de sus planes, aunque a la vez tuvo una sensación de descontento «Maldito prepotente, me encantará burlarme de ti», se dijo mentalmente.
—Las chicas anteriores no están disponibles, ellas se han ido de viaje. Sin embargo, tengo una nueva chica, tiene diecinueve años, cabello rubio natural como a usted le gustan, ojos grises, piel blanca, uno sesenta y cinco de estatura, es una belleza, discreta y es virgen —enumeró, sin dejar de sentir el golpeteo en su pecho.
—¿De dónde la sacaste? —preguntó con un tono de animadversión.
—Es universitaria, es hija de una familia de profesionales, le acabo de enviar una foto —Ann, sentía las manos sudadas, se las limpió del traje, los nervios estaban haciendo estragos en ella
Jacob abrió la imagen de la chica, la encontró hermosa, vestida con solo una combinación de ropa interior color rosa, inspiraba ternura, parecía inocente y con una mirada cálida con una mezcla de tristeza.
—Me gusta, está bien la quiero —señaló con determinación.
—Perfecto, son dos millones de dólares, pero debe dar el dinero adelantado, nunca le he quedado mal. Usted me dice ¿La quiere señor Walton?
—Sí, la quiero está misma noche en mi cama —ordenó el hombre y cortó la llamada con arrogancia, sin pedir, ni dar mayores explicaciones, sin sospechar del engaño del cual sería víctima, total nadie se atrevería a engañarlo.
«A veces nos ciega la arrogancia y no somos conscientes de lo elementales que son las cosas. Hasta que alguien nos pone delante de los ojos la simplicidad desnuda de la realidad.» María Dueñas.
NOTA
©Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción total o parcial de la presente obra por cualquier medio o su adaptación sin la autorización expresa de la autora, icluyendo los PDFS.
Esta novela es producto de mi imaginación, por lo cual es ficción, los conflictos de los protagonistas o su forma de resolverlos no implica que yo como persona avale sus métodos de solución de conflictos. Estoy en contra de cualquier violencia psicológica, física, cibernética. Si no puede soportar situaciones de discusiones o escenas de este tipo, entonces le sugiero buscar otra historia y no continuar con esta.
Habrás algunos hechos, como la cura contra una enfermedad que no existe en la vida real, es mi invención.
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