Solo sé que nunca la lastimaría
Estoy tan confundido, ¿que pudo haber pasado?, Laura se acerca a mí y me sonríe tímidamente, no me he dado cuenta que me he quedado parado frente al elevador quien sabe por cuánto tiempo
—Discúlpela Joven Alex – dice Laura avergonzada
Angeles cree todo lo que la Srta. Rebeca le dijo y – dice pero antes de que termine de decir su frase comienzo a entender todo, Rebeca tiene que ver en esto, debí imaginarlo
— ¿Qué quieres decir con eso, que le dijo Rebeca? – pregunto con rapidez, Laura me mira y titubea, la tomo del brazo y ella se sorprende
—Por favor Laura, dime – digo casi como suplica, sé que estoy perdiendo cualquier pizca de dignidad pero necesito saber
—La Srta. Rebeca vino hace un rato, no sé cómo se enteró que usted nos invitó a comer, pero ella piensa que Angeles, bueno que ella anda detrás de usted, y le dijo – dice pero se calla, empiezo a desesperarme mas
— ¿Que, que le dijo? – pregunto y ella me mira apenada
—Ay joven Alex, pues le dijo muchas cosas feas, le dijo que ella era muy poca cosa para usted, que nunca la iba a tomar enserio y que solo quiere – dice y hace una pausa, después continua
—Que solo quiere acostarse con Angeles y cuando lo consiga la va a botar, como a todas sus amantes – dice y entiendo perfectamente porque Angeles me trató así, pero Rebeca me las va a pagar, Laura me mira esperando mi reacción, solo sé que estoy lleno de furia y Rebeca pagara las consecuencias.
—Gracias Laura – digo y ella me mira, camino hacia el elevador y Laura habla
—Joven Alex, no es verdad, usted no quiere hacerle daño a Angeles, ¿verdad? – dice con la mira fija en mí.
—No Laura – digo y entro al elevador, Laura sonríe y las puertas se cierran, es verdad, no la quiero para eso, Angeles es tan buena y dulce, jamás le haría algo así, y no es porque nunca lo haya hecho, he estado con muchas mujeres solo por sexo, pero con ella es diferente, solo quiero estar cerca y protegerla.
Conduzco por la ciudad a toda velocidad, llego al departamento de Rebeca y entro, tiene una copa de vino en las manos, me mira y sonríe con satisfacción, después su sonrisa se borra, creo que ha notado la furia que inunda mi rostro
— ¿Pasa algo cariño? – pregunta y se levanta de su asiento, posa sus manos alrededor de mi cuello y las quito con desprecio
— ¿Porque demonios le dijiste a Angeles todas esas estupideces? – digo con rabia, ella me mira atónita
—Amor no creí que te importara, es solo una emplea ducha – dice con menosprecio, eso hace que enfurezca mas
—No quiero que vuelvas a molestarla – digo y la tomo del brazo con fuerza, Rebeca me mira enojada, pero yo lo estoy más
—No me digas que te gusta, Alex ¿desde cuando tus gustos se volvieron tan denigrantes? – dice y si no fuera porque es mujer, no me habría contenido, la suelto con furia y ella hace gesto de dolor
—Estas advertida, no quiero que la vuelvas a molestar con esas idioteces – digo y salgo azotando la puerta de su departamento, subo a mi coche y conduzco a mi departamento, no puedo evitar recordar su fría mirada, era obvio que se comportara así, piensa que solo quiero jugar con ella, la verdad es que no sé qué es lo que quiero, solo sé que nunca la lastimaría.
Solo una oportunidad
Me he pasado la noche pensando en cómo explicarle a Angeles lo que pasó, necesito hablar con ella.
Llego a la oficina, reviso los pendientes pero no me he podido concentrar. La hora de la comida llega, necesito verla, es ahora o nunca.
Bajo al piso 5, pero no están, seguramente ya deben haber ido a comer, bajo hasta la entrada y ahí está, sonriendo junto a Celso y Laura, como extrañaba esa sonrisa, aunque no sea para mí.
Me acerco a ellos y Laura y Celso me miran, después Angeles sigue sus miradas y se encuentra con la mía, voltea rápidamente tratando de escabullirse pero me adelanto y la detengo.
—Hola Angeles, Srta. Bracamontes –digo pero me corrijo al instante, ella solo me mira
— ¿Puedo hablar con usted?, por favor – digo seriamente
—Estoy en mi hora de comida Sr. Cantú, si es algo de trabajo, en cuanto regrese – dice pero la interrumpo
—No, no es nada de trabajo, por favor, no te voy a quitar mucho tiempo – digo y la miro fijamente, ella me mira dudando
—Ven, vamos a otro lugar – digo y la tomo del brazo, no pone resistencia y la subo a mi coche, aunque lo hace de mala gana, la llevo a una cafetería cerca de la oficina, entramos y nos sentamos en una mesa alejada, llega una mesera y nos toma la orden
— ¿Qué quieres de tomar? – le pregunto con cariño pero no me mira y le responde directo a la mesera
—Un capuchino por favor – dice y la mesera me pregunta a mi
—Un café n***o por favor – digo sin interés y sigo mirando a Angeles
—Angeles quiero pedirte disculpas, ya sé lo que pasó ayer con Rebeca, siento mucho que hayas tenido que pasar por ese momento tan incómodo, nada de lo que ella te dijo es verdad – digo con seguridad, Angeles me mira desconcertada
—No se preocupe Sr. Cantú – dice seriamente y la mesera llega con nuestros pedidos
— ¿Necesita algo más? – pregunta la camarera, quiero decirle que sí, que nos deje en paz, pero solo me limito a decirle que no, la mesera se va y Angeles sigue sin decir nada
—Claro que me preocupo, Rebeca no tenía por qué ir a tu oficina a decirte esas tonterías – continuo, la miro ponerse nerviosa
—No importa Sr. Cantú, no tiene de que disculparse, no creo que haya sido una buena idea venir aquí, si su novia se entera, se va a molestar – dice con seguridad, Rebeca no es mi novia, y Angeles piensa que sí, ¡maldición!
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