Él me mira por encima del hombro, sus ojos se detienen en la manta que sostenía en mis manos, tratando de cubrir mis piernas. Y se endurecen.
—Suelta eso.
Se refiere a eso y entro en pánico.
—Y-y-yo...
— ¡Dije que suelta la maldita manta!
Y fue entonces cuando la tela se me escapa de los dedos y cae al suelo.
Mis ojos se bajan por la vergüenza mientras él simplemente asiente y se dirige hacia el escritorio, recogiendo algunas hojas de papel.
Sin mirarme.
Continué de pie allí, moviendo mi peso de una pierna a otra. Sin saber qué hacer.
Un leve dolor entra en mi muslo cuando miro hacia abajo y veo las vendas que lo cubren, con sangre visible en ellas.
—Ahora da un paso adelante y ven aquí.
Se refiere a la alfombra colocada en el centro de la habitación. Y caminé hacia allí, sintiendo dolor en mis muslo……
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