CAUTIVA: Durmiendo con el enemigo
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Y el sentimiento de culpa lo embargo de nuevo, si bien Marco era culpable, de cierta manera él también lo era. Su Mariana se había perdido en algún punto del camino en ese infierno dantesco que Marco Solorio construyó para ella y también para él. Quería verla y hablar con ella para saber si estaban en el punto de no retorno, si en ella ya no quedaba nada de aquella mujer que lo amo incondicionalmente, aquella mujer que él no supo valorar y mucho menos proteger.
Mariana una mujer sometida al mismo infierno dos veces por el mismo hombre. Un amor enfermizo, posesivo, dominante. Él le ha dado todo con lo que cualquier mujer puede soñar con poseer: ropa de marca, joyas, coches de lujo, una enorme mansión y un amante experto, pero ella solo sueña con una sola cosa: su libertad. Él ha cumplido su deseo más anhelado, no solo un hijo, si no dos y además gemelos, a quienes adora y ama más que a su vida. Sin embargo su vida no ha sido un lecho de rosas, durante 15 años ha vivido sometida a toda clase de torturas físicas y sexuales por parte de él, sin contar con una suegra que la desprecia, una cuñada que la odia y un cuñado débil y dominado que voltea la cara cada vez que ella sufre una nueva humillación. Él estrés psicológico al que se ve sometida continuamente provoca que desarrolle una doble personalidad, la nueva mujer se encarga de complacer a su abusivo marido, mientras que su verdadero yo se refugia en su inconsciente para soñar con su exmarido, Gerardo, el gran amor de su vida, el hombre a quien Marco Solorio le destruye la vida enviándole videos de los encuentro sexuales que sostiene con Mariana, con la finalidad de que se decepcione, la odie y se olvide de ella. Un amor que renace de entre las cenizas, como el ave Fenix, más fuerte y hermoso que nunca.
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