Estar en la Cosa Nostra no fue pan comido, le tocó iniciarse en la organización cuando su abuelo fallece y tuvo que demostrar que era capaz de llevar el puesto que le fue heredado, pero, siempre existe un pero en estas historias. Una noche reconoce en el bar de su mejor amigo a una mujer y muere por saber quién es verdaderamente la dueña de esos ojos azules tan profundos. Esa mirada lo cautivó. Esa mirada lo hizo sentir vivo otra vez. Esa mirada le puso la vida de cabeza. Esa simple mirada por primera vez lo dejó fuera de combate. Esa mirada que reconoció… Ella es una infiltrada.
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